LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

martes, 14 de enero de 2014

EL PUNTAL DE LAREDO TIEMBLA
Grandes inquietudes


Una gran ansiedad desborda a los representantes de los vecinos de Laredo (Cantabria – Reino de España). Se sienten impotentes ante la progresiva destrucción del Puntual de Laredo, ese prístino “cordón dunar”, “ecosistema” de incalculable valor y  joya de la naturaleza. Tras reconocer que el Puntal ha perdido 10.000 metros cuadrados de superficie en los últimos cuatro años, ha llegado el momento de reaccionar.

Hace siglos, los destructivos embates de la naturaleza eran conjurados mediante procesiones, novenas, misas y plegarias del pueblo afligido. Ahora, entrados en tiempos más racionales, esos vidriosos temas se combaten con manifestaciones populares,  recogida de firmas y actos de afirmación ciudadana. De esta manera, el Consistorio de Laredo, unánimemente ha convocado a sus votantes a una manifestación que tendría lugar, Dios mediante, el próximo mes de febrero de 2014.


En torno a una fotografía aérea del Puntal, autoridades municipales
posan durante un descanso del debate, centrado en cómo frenar las consecuencias del cambio climático en la villa
Confiando en que a la proyectada exhibición de voluntad popular acuda gente de toda condición, las autoridades locales canalizarán la exigencia de “medidas urgentes de protección para preservar el Puntal”, frente  a la “inquietud, preocupación y hartazgo de los vecinos de Laredo y amantes de este entorno ante la ausencia de medidas efectivas que garanticen la pervivencia del Puntal, con su valioso cordón dunar, en la configuración que hemos conocido durante décadas”.

El pueblo, alzado contra los caprichos destructores de la naturaleza, reclamará a las administraciones y organismos pertinentes, “la adopción de medidas que garanticen la no destrucción del ecosistema playero y dunar, así como (de) las explanadas y las instalaciones allí ubicadas”. Esas explanadas e instalaciones, que el valioso ecosistema dunar acoge en su seno, son varios cientos de metros cuadrados de alquitranes y gravas con forma de aparcamiento, restaurantes y bares plantados en la arena, casetas varias, tendederos, embarcaderos, carreteras asfaltadas, escolleras de roca y otros objetos varios allí ubicados  "durante décadas".


Una de las primeras medidas tomadas ha sido enviar a las fuerzas de
orden público para tomar datos de la injuria y redactar el atestado pertinente
Al fondo de la imagen, una de las valiosas instalaciones a proteger, llamada Barlovento.
Según parece, debajo de estas estructuras se encontraría el amenazado Puntal de Laredo 

El Mar Cantábrico, tras la proyectada manifestación convocada, debería meditar su criminal deriva, no dilatarse por culpa del calor más allá de lo razonable y no embestir con sus temporales costosas infraestructuras humanas. De no ser atendida la petición, el Mar Cantábrico ha de saber que existen medidas que serán aplicadas sin temblar el pulso, como la colocación, entorno y encima del cordón dunar, de muros de roca, parapetos de hormigón, gruesas escolleras y masivo aporte de arenas traídas desde donde haga falta y al precio que sea.

Lo importante es que laredanos y visitantes sigan aparcando sus vehículos sobre la gruesa capa de asfalto tendida en la lengua de arena, que continúen degustando los platos servidos en los chiringuitos levantados sobre el ecosistema y que disfruten de todas las comodidades que ofrece el Puntal en su uso lúdico y recreativo.


Vecinos llenos de hartazgo se acercan cada día hasta el Puntal
para expresar su irritación. En vista de la situación, a los edificios que se aprecian
 al fondo de la fotografía ( y a sus moradores)  les tiemblan los cimientos.
Uno, en su inocente candidez, plantea algunas preguntas…

- ¿No sería más razonable dejar tranquilos a los ciudadanos y proceder a retirar tanta basura acumulada a lo largo de los años encima del “valioso ecosistema dunar”  para que el Puntal retorne a su estado natural?
- ¿No sería más barato y racional permitir actuar a la naturaleza y a los valiosos ecosistemas del Puntal, en lugar de rellenarlo de rocas y bloques de escollera hasta  transformarlo en una cantera?
- ¿No sería más inteligente preocuparse menos del Puntal y empezar a pensar en el resto de la lengua de arena, aplastada por rascacielos y docenas de edificios que pueden verse seriamente amenazados con la subida acelerada del nivel del mar? 
- ¿No sería más interesante convocar a los ciudadanos para, en lugar de intentar frenar al Atlántico, intentar echar del ayuntamiento de Laredo al puñado de mendrugos que pretenden frenar los efectos del cambio climático convocando concentraciones y reclamando miles de euros para tirarlos a la basura? (Perdón: para dárselo a los constructores y sus excavadoras)

Con la que está cayendo en el Reino de España ¿no es tiempo de exigir a gritos, en Gamonal o en Laredo, un mínimo de cordura a las autoridades españolas?

1 comentario:

  1. Si no fuera por la supina ignorancia que exhibes, he de confesar que tu enfoque del asunto resulta hilarante. Supongo que el hecho de que en el 2007 se construyese un nuevo Puerto en la otra punta de la playa, y la sistemática política de recuperación de concesiones de Marismas en el interior del Estuario serán ajenas a tu conocimiento, como el reiterado dragado de la barra y el posterior vertido en mitad de la bahía. Todo ello sin acreditar los preceptivos estudios de impacto ambiental. Sintomático que un hábitat de riqueza incalculable, con un valiosísimo cordón dunar, permanezca inalterado durante décadas y, de repente, vea mermada su extensión en más de 10.000 metros cuadrados víctima de una virulenta erosión ejecutada por el temporal, sí, pero en alianza y complicidad con los factores arriba señalados. La pregunta es: ¿qué es más ecologista? ¿Regocijarse ante esta catástrofe que se puede frenar y corregir? ¿O movilizarse para exigir que las actuaciones humanas que han desencadenado semejante agresión medioambiental sean neutralizadas? Si tiene la cortesía de bajar la dosis de su chute y abandonar un momento su diván, me encantaría leer su réplica. Atentamente. Un vecino de Laredo que sufre por la pérdida de un patrimonio natural motivada por la mano del hombre, que quiere endosar la culpa a la naturaleza.

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