LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

martes, 7 de mayo de 2013


BICIS  Y  MOVILIDAD URBANA
Todos con chichonera


Hace mucho tiempo, quizá décadas, algunos expertos en “movilidad” ciudadana se pusieron a pensar. Hasta entonces, los espacios públicos estaban siendo ideados y fabricados para dos tipos de usuarios: unos eran lentos y frágiles, usaban dos patas y se movían “a sangre”. Los otros eran fuertes y veloces, usaban ruedas y se movían “a petróleo”. A los primeros se les llamó “peatones” y a los segundos “vehículos a motor”.

En seguida los expertos comprendieron que, en su deambular por las ciudades, ambas categorías debía separarse estrictamente mediante aceras elevadas los primeros y calzadas los segundos. Más que nada porque los peatones caminaban sin otra carrocería que ligeros tejidos y en las colisiones se llevaban la peor parte. Sin embargo, con el paso de los años apareció una tercera y novedosa categoría, mezcla estrafalaria de las anteriores, consistente en peatones que se movían ”a sangre”, pero con ruedas. Se les llamó “ciclistas”.


Amsterdam y sus ciclistas. Observen que no llevan más protección que su sentido común y sus ropas ligeras.
Pero circulan separados de los vehículos pesados.

Los ciclistas eran un híbrido de lo más fastidioso. Conservaban la extrema fragilidad del peatón y su velocidad era incongruente. Como iban mucho más deprisa que el peatón y mucho más despacio que los vehículos a motor, la mezcla de las tres categorías era un desastre porque, al contrario de las anteriores, ellos carecían de un espacio propio. Si rodaban por las aceras molestaban y arrollaban a los peatones. Si rodaban por las calzadas molestaban a los vehículos a motor y eran arrollados.


Estricta separación de los tres tráficos en una ciudad de Holanda
Aceras para peatones, calzada para vehículos y carril bici

En los países donde hay gente que se dedica a pensar lo tuvieron claro desde el principio. O prohibían los ciclistas, o les montaban espacios para que circulasen sin molestar y sin ser molestados. ¡Eureka! Habían inventado el carril bici. Grandes y pequeñas urbes del hemisferio norte  se equiparon con carriles para ciclistas tan extendidas y preparadas como las aceras y las calzadas. La bicicleta era una forma de movilidad sostenible, ya que resultaba saludable, no requería permisos, la usaban ancianos y niños, ahorraba hidrocarburos, no contaminaba el aire, no hacía ruido y no congestionaba como los vehículos a motor.



Modelo de diseño de movilidad en una ciudad de Estados Unidos (Portland - Oregon) para los tres tráficos
En las ciudades donde circulan tranvías, se adapta un cuarto espacio para ellos.

En naciones del sur de Europa, con mucho mejor clima que las del norte y centro europeo, el carril bici es una cosa de lo más exótica. Algunos próceres municipales del sur, en un gesto entre folclórico y divertido, montan en sus ciudades unos pequeños y cortos carrilitos para bicis, demostrando que ellos también son modernos. Por descontado, son carriles de paseo y deporte, jamás pensados como alternativa a la movilidad urbana tradicional.


El triunfo del ciudadano frente a coches y autoridades memas: una calle europea sin vehículos a motor

Esas autoridades sureñas, una vez al año y en domingo, celebran el Día de la Bicicleta. Resulta preciosísimo ver a miles de velocipedistas lanzarse sin miedo a las pocas calles y avenidas que las susodichas autoridades, con gesto magnánimo, les ceden por unas horas. - ¡Hay que fomentar la bici! – claman los próceres muncipales ante las cámaras de televisión. A veces llegan a subirse peligrosamente a una bicicleta y se disfrazan de corredores del Tour de Francia. Pero cuando se les insinúa que los carriles deben recorrer toda la ciudad, habilitarse por todas las calles y plazas, con sus propios semáforos, con sus recorridos perfectamente separados de peatones y vehículos, con sus aparcamientos,…los próceres tuercen el gesto y ponen cara de idiotas profundos.

En estos días, en España acaban de descubrir que la mejor forma de promocionar la bicicleta urbana y proteger la seguridad de los usuarios no es copiando a los europeos del norte y del centro, que separan los tráficos y adaptan las ciudades. La solución mágica es colocar obligatoriamente al ciclista una chichonera en la cabeza. Soluciones simplistas para problemas complejos. Su cerebro no da más de sí. Eso sí: cuando el coche, o el camión, impacte a un ciclista y le pase por encima, habrá piernas fracturadas, columnas vertebrales seccionadas, el hígado y el bazo reventados, caja torácica aplastada, cuello partido y mandíbulas troceadas. Pero el afortunado ciclista no tendrá ni un miserable chichón en el cráneo.


Carril bici en Londres. Las bicicletas disponen de espacios reservados
para detenerse frente a los semáforos

No nos merecemos a nuestros próceres, capaces de gastar miles de millones de euros "nuestros" en autopistas urbanas subterráneas e incapaces de reorganizar las ciudades y los espacios públicos para que todos podamos convivir en ellas. El gran problema de la bici urbana es que es barata, no gasta combustible, no se rompe, arrincona el coche privado, no paga impuestos y ofrece libertad al ciudadano. Es tan odiada y tan temida como la energía solar fotovoltaica. 
La bici tampoco es amiga del sistema. Ellos jamás la favorecerán.

3 comentarios:

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    Gracias.
    E Hernández

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