Consumo mínimo y fiscalidad ambiental
Tengo un amigo en la preciosa villa costera de Comillas (Cantabria) que anda descontento. Trabaja en sus cosas desde una pequeña oficina abierta al público. En ella, además de la salita donde despacha dispone de un cuartito interior que hace las veces de almacén y archivador. También hay un diminuto aseo para uso personal y para cubrir los apretones de algún cliente. De acuerdo con sus cálculos, entre la cisterna, el lavabo y la fregona gasta menos de mil litros de agua al mes. Eso hace tres mil litros al trimestre. Tres metros cúbicos mal contados porque se incluyen los días de fiesta y el cierre por vacaciones.
Cada tres meses, cuando le llega la factura municipal del agua, el alcantarillado y las basuras, mi amigo se puede pasar 24 horas seguidas en un estado que podría calificarse como "intratable". Resulta que le facturan un consumo mínimo trimestral de 40 metros cúbicos (16 €). Eso quiere decir que le cobran 37 metros cúbicos que nunca usó. Él tampoco genera basuras, porque lo único que podría tirar son los papeles, aunque siempre se los lleva a casa para encender la chimenea. Sin embargo, le cobran 15 euros por la recogida y gestión de los supuestos desperdicios generados en su local. Los que facturan por estos servicios y productos, no utilizados y no consumidos, son los listos de siempre. El ayuntamiento, el monopolio privado que se ha hecho con la gestión del agua y la empresa regional de gestión de residuos.
En la villa de Comillas, como en Santander, la factura del agua contempla un consumo mínimo trimestral de 40 metros cúbicos. |
Por un lado, gracias a su tímido, pero constante, aporte de aguas potables (cloradas) al alcantarillado, mantiene en mejores condiciones sanitarias el conjunto de la red de saneamiento. Cuando la nueva Estación depuradora entre en funcionamiento en Comillas, su graciosa aportación diluirá las cargas orgánicas y aliviará los esfuerzos de las instalaciones. Finalmente, el Mar Cantábrico y sus criaturas agradecerán la llegada de más aguas de escorrentía, ahora masivamente interceptadas por el ser humano para sus necesidades. De esto último, por cierto, habría para hablar largo y tendido.
Una de las numerosas urbanizaciones de Comillas, con viviendas de persianas bajadas y "camas frías" casi todo el año, pero que pagan, sin consumir, abundantes servicios. |
Fiscalidad encubierta
Durante más de tres trimestres y medio, las familias que habitualmente viven en Bilbao, Palencia o Madrid, pagan por su casita de Comillas lo mismo que mi amigo, pero sin consumir una sola gota de agua y sin tirar un mísero papel al contenedor. A este respecto, más del sesenta por ciento de los hogares de Comillas son viviendas secundarias y vacías durante casi todo el año, con los grifos bien apretados y los cubos de basura criando telarañas.
Es el llamado "turismo de venta y residencia", opuesto al modelo de turismo de "visita y explotación". Una de las características del primero es haber implantado una tasa municipal en la sombra. Es decir, que los propietarios esporádicos y no censados, que son mayoría absoluta, pagan una ecotasa oculta (basuras, agua) que debería financiar servicios fijos y concretos, como son la gestión de residuos, el tratamiento y depuración de aguas, el mantenimiento de las redes de abastecimiento y de alcantarillado. Servicios que disfrutan durante 12 meses los escasos vecinos censados y, durante un único mes los foráneos.
El sistema es tan válido como la Ecotasa hotelera que intentó establecer hace años el Gobierno de Baleares, siempre que las cantidades recaudadas se destinen a los concretos fines que señala la Tasa. Sin embargo, el método del "consumo mínimo" no es una Tasa. El ingreso generado, por ejemplo, con el agua no consumida pero facturada, no tienen otra finalidad definida que el bolsillo de la empresa privada y sus beneficios. beneficios que caerían en las mermadas arcas municipales si el servicio fuera público.
Si el cambio llega a Comillas, mi amigo pagará la Tasa (equivalente a los anteriores 40 metros cúbicos) y también por los 3 metros cúbicos de consumo real. Así que tendrá que clausurar la posible fuentecilla granadina o el parque acuático para no arruinarse. ¿Han pensado los políticos de los pueblos costeros que si hacen como en Santander, los de fuera (que no votan) pagarán con la nueva Tasa lo mismo que antes, pero los de dentro (los que votan) pagarán mucho más (la nueva Tasa, más el agua)? Los políticos son tan idiotas que salen de un charco para meterse en otro.