LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

martes, 26 de junio de 2012


ECOLOGÍA Y SOCIEDAD
Playas rigurosamente descontroladas


El pasado día 12 de junio, la Foundation for Environmental Education (FEE), con sede en Copenhague y despachito en Madrid, repartió sus Banderas Azules (¡Blue flag!) del año 2012 por las playas europeas. Esta organización, filantrópica estuvo hace unos años en el ojo del huracán, sospechosa de asignar sus banderas de manera poco transparente y escasamente objetiva. La oleada de sospechas llegó hasta uno de sus principales patrocinadores y mentores, la Comisión Europea, que dejó de apoyar y subvencionar a la institución. 

Como ejemplo de la poca fiabilidad de la Bandera Azul, la playa de Comillas (Cantabria) disfrutó de su bandera durante largos años, a pesar de los tremendos vertidos de aguas fecales, a ambos lados de la playa, sin la menor depuración y a menos de 300 metros del arenal. Desde entonces, las banderas azules son contempladas por muchos ciudadanos como un reclamo turístico, antes que como una verdadera certificación de calidad global, incluida la calidad de las aguas de baño.

La playa de Comillas (Cantabria) perdió su bandera azul en 2003 

La actual campaña 2012 ha dejado a las playas de Cantabria sin una sola bandera azul. Algunos ayuntamientos, que aspiraban a la adjudicación, se han visto decepcionados y ninguneados. La FEE, con su habitual falta de información, no ha dado explicaciones de su total rechazo a Cantabria. Sin embargo, razones no faltan porque Cantabria nunca destacó por mimar sus playas.

Personal de la FEE exhibe la Bandera Azul de este año.

Dicen que a finales de junio se pone en marcha la EDAR de Comillas, lo que pondrá fin a la crónica contaminación de su playa. Pero otras playas del entorno, como la de Oyambre, siguen en el olvido. A los vertidos de purines y aguas negras, los deficientes accesos, el maltrato a la franja costera y las escasas medidas de salvamento y seguridad, se une la peor de las situaciones: que Oyambre depende de tres ayuntamientos.

Comillas tiene una responsabilidad colateral en la calidad de la playa de Oyambre, ya que la contamina con los vertidos procedentes de su barrios de Trasvía, Ruiseñada y Río Turbio. Valdáliga se asoma a la mitad oriental del arenal, consintiendo el machaqueo de la duna y el asentamiento de chiringuitos. San Vicente de la Barquera, responsable de mitad occidental, se permite el lujo de enviar algún policía municipal hasta la playa, en cuanto los perros de los turistas empiezan a cagarse y mearse en toallas y enseres, levantado la patita en los palos de las sombrillas, como si fueran arbolitos, y causando conflictos con los bañistas.

Oyambre en el invierno de 2009. Todavía estaba en su lugar el monolito
al Pájaro Amarillo, aunque manchado por las pintadas de un mamarracho.

Entre medias, la empresa pública regional MARE (Medio Ambiente, Agua, Residuos y Energía), limpia y recoge basuras de Oyambre cuando buenamente puede. Por su parte, la Demarcación de Costas de Cantabria coloca algunas vallas, escaleras y carteles, sin entrar en el fondo de los grandes problemas de una playa emblemática y corazón de un Parque Natural. La Unión Europea, responsable de la conservación de los ecosistemas en el LIC de Oyambre, permanece atónita.

El nuevo símbolo para las playas
que merecerían mucho más, pero
que soportan autoridades
que no aspiran a nada mejor
En semejante tesitura, Cantabria se alarma, anuncia que pierde turistas y algunas autoridades locales de la región deciden buscarse otra certificación, distinta de la bandera azul. Este verano, las playas de El Sabre y La Arena (Arnuero), de Salvé (Laredo) y del Merón (San Vicente de la Barquera), lucirán una bandera con la “Q” de Calidad Turística. Ahí las tienen ya, ondeando con la brisa marina, como en un hotel o un mesón. Los alcaldes se hacen fotos y declaran a la prensa su gran satisfacción, con los ojos humedecidos por la emoción.

En Cantabria, la falta de banderas azules podría superarse consiguiendo certificaciones menos ligeras y mucho más serias, profesionales y prestigiosas, como el Certificado ISO 140001 de calidad ambiental o, mejor todavía, con el Certificado EMAS (Eco- Management and Audit Scheme) de la Unión Europea. Pero esas titulaciones son para autoridades locales y regionales menos ligeras y mucho más serias, profesionales y prestigiosas.

lunes, 25 de junio de 2012


SOMOS LO QUE COMEMOS
Otra vez el Bisfenol A


 Esto es como una película de intriga y por entregas. Las porquerías que engullimos andan por los laboratorios metidas en probetas y los científicos se palpan meticulosamente la ropa antes de publicar cosas que inquieten a las industrias. Así que los resultados de las pruebas se entregan en forma de dosis homeopáticas. La última se recoge por la Endocrine Society y la publica en su prestigiosa publicación “Endocrinology”.

Según la Universidad de Virginia, origen de las recientes pruebas, las perturbaciones fisiológicas que el Bisfenol A (BPA) provoca en las crías de rata cuando todavía están en el útero de sus madres, concretadas en mayor incidencia de cáncer y menor fertilidad en su posterior vida, se complementan con alteraciones del comportamiento social. Y esas alteraciones, centradas en las hormonas oxitocina y vasopresina, se transmiten a los hijos y nietos de las ratas afectadas, hasta la cuarta generación.

Esto quiere decir que, aunque la humanidad dejara de estar expuesta al BPA contenido en los Policarbonatos (plásticos rígidos y transparentes) y en los recubrimientos internos de las latas de conservas (alimentos sólidos y bebidas), los posibles efectos de la substancia no cesarían de forma automática, sino que llegarían hasta nuestros tataranietos.

Recipientes para microondas, hechos con policarbonato

Por vislumbrar alguna reacción ante la nueva noticia que circula sobre el asunto, visito la web de una potente asociación de fabricantes de BPA, llamada Plastics Europe. Está integrada, entre otras grandes empresas químicas del plástico, por Bayer, DOW Chemical y su filial Styron, SABIC (Arabia Saudita) o Momentive. La página dedicada a su producto, el BPA, se centra en comentar los “mitos y verdades” de la molécula en cuestión.

En realidad, hay poco comentario sobre verdades y mucho sobre mitos. Aunque leer el contenido completo de la página es interesante, para formarse una opinión, adelanto que las empresas centran sus críticas sobre lo exageradas que son las autoridades que prohiben o lanzan sospechas sobre el BPA. Las consideran alarmistas, ya que el BPA no se acumula en el organismo (al parecer) y nada está decidido por las grandes agencias internacionales de seguridad sanitaria y alimentaria.

Símbolo del Policarbonato.
Debería figurar en la base de
los recipientes fabricados con él
 
Lo que dice mucho a favor de Plastics Europe es que publica la lista de autoridades que han sospechado de la inocuidad del BPA (los exagerados). Así, nos informa que la Unión Europea ha prohibido la venta, fabricación e importación de biberones de policarbonato desde junio de 2011. Que en febrero de 2010 Dinamarca prohibió los plásticos con BPA en envases de comida para niños. Que en junio de 2010 Francia prohibió los biberones de policarbonato, adelantándose a la UE. Que Austria prohibe, desde febrero de 2011, la venta de chupetes y mordedores para bebés hechos con plásticos que tienen BPA.

Esperaremos a la próxima entrega de este culebrón. Entre tanto, ya saben: mantengan a los bebés lejos del policarbonato, y que las mamás embarazadas mantengan las distancias con los plásticos calientes y con las latas de conserva forradas interiormente de resinas epoxi (*)

(*) La conocida industria alimentaria Campbell, anunció hace tres meses que dejaba de recubrir el interior de sus latas de sopa con las resinas epoxi. Lo hacía por principio de precaución y respeto al consumidor, además de “estar en la onda” y ganar en publicidad verde.