OYAMBRE RETROCEDE
Las secuelas de Dirk
En el Reino Unido están asustados
con tanta agua. Desde el violento azote del huracán Dirk en los días previos a
la Navidad, la lluvia y el viento no han dado respiro a una población que vive
en alarma por inundaciones desde hace dos años. Hoy, día 7 de enero de 2014, se
anuncian 219 alertas por inundación, desde Escocia hasta Gales, con vientos de
hasta 110 km/h y olas de ocho metros de altura.
El considerable tamaño de las
olas que se abaten sobre las costas británicas e irlandesas se repite en la
fachada atlántica europea, en Galicia (España) y en Bretaña (Francia). En
Francia entran hoy en alerta (naranja y roja) ocho Departamentos, desde la
fragilizada costa de Las Landas hasta la isla de Ouessant, pasando por las
ciudad de La Rochelle y Lorient.
En el Reino Unido, los
meteorólogos plantean la necesidad de trabajar a fondo en las previsiones del
cambio (catástrofe) climático, con vistas a minorizar el efecto de las
inundaciones sobre la seguridad pública. Ciudadanos, autoridades locales y
asociaciones reclaman urgentes actuaciones del gobierno M. David Cameron para
preparar a la población frente a los reiterados fenómenos meteorológicos
extremos, mediante defensas costeras, protección de cauces, dotación económica
para seguros y reaseguros, así como evacuación definitiva de las zonas más amenazadas.
Galicia recuerda al
Reino Unido, sumergida en un largo temporal de lluvias, vientos y oleajes
venidos del sur que se extienden por la cornisa cantábrica hasta el País Vasco.
Se detectan olas de 12 metros frente a la costa y la situación suscita
curiosidad, espectáculo y hasta risas. Es suficiente con ver y escuchar
a ciudadanos interrogados ante las cámaras de televisión al borde de ríos a
punto de desbordarse o asomados a la costa para fotografiar grandes olas. El
cambio climático parece ser, para esos ciudadanos y para los reporteros que los
entrevistan, un ameno incidente que ofrece variedad al desolado telediario de
cada día, empapado en las corrupciones y miserias nacionales.
Hay ciudadanos españoles que
mueren arrebatados por el mar al acercarse imprudentemente a la costa. Pero el
daño que la catástrofe climática empieza a infligir también tiene una vertiente
socioeconómica que hace mella en las arcas públicas y en bienes privados. Una
calamidad que no es atendida con inteligencia y diligencia por determinadas
administraciones locales, regionales y centrales.
Geología de Oyambre. Arcillas blandas que la ola disuelve. La arena desaparece y aflora un suelo de arcillas y turbas. |
Pongamos el diminuto ejemplo de
la playa de Oyambre. En el verano de 2009, la Demarcación de Costas de
Cantabria levantó una airosa y sólida escalera de madera para acceder a la
playa en la zona del monumento al Pájaro Amarillo. Fue colocada tras el
destrozo (erosión, paso de tractores, lluvias) de la rampa de tierra previamente
existente y con vistas a facilitar el homenaje al avión francés (“Oiseau Canari”) forzado a aterrizar en
la playa en 1929 después de cruzar el Atlántico. La escalera, sin embargo, se
asentaba sobre un talud, arcilloso e inestable, en una zona de la playa
sometida a intensa erosión.
Los temporales de finales del
otoño 2013 descalzaron el tramo final de la escalera y la administración respondió consolidando
ese tramo con pilotes y tirantes de hierro. El huracán Dirk de diciembre disolvió
el acantilado próximo a la escalera, destruyendo el estrecho camino que
bordeaba el talud y forzando el definitivo cierre de la escalera por el riesgo evidente de
derrumbe.
La costa de Oyambre bascula y
retrocede rápidamente. No lo hace a velocidad constante y previsible, sino en
progresión acelerada. La erosión no se debe exclusivamente a la apertura de los
diques que cerraban las rías de La Rabia y el Capitán, sino también al cambio
climático y la subida de nivel del mar Cantábrico. El fenómeno de las incesantes lluvias en Reino Unido y las bolsas de aire ártico que se descuelgan sobre Europa ha sido abundantemente analizado: el calentamiento del Ártico debilita el "jet stream" y el casquete helado del polo norte carece de barrera. El temporal de hoy nos viene del sur (¡¡tropical!!), alborotando el océano pero subiendo los termómetros en Málaga por encima de los 20º C.
El soporte del almacenado monumento al Pájaro Amarillo, transformado en una península unida a tierra por una delgada pared de tierra que durará tres afeitados |
Cuando la Unión Europea
desarrolló la Gestión Integrada de las Zonas Costeras (GIZC - 1996), planteo
varios principios: trabajar en sintonía con los procesos naturales; basar la
toma de decisiones en datos e información real; y adoptar una perspectiva
global en el enfoque de los problemas comunes. En virtud de estos principios,
la actitud ante el progresivo deterioro en la zona occidental de Oyambre
debería ser puramente pasiva, de abandono y retroceso porque nada ni nadie
detendrá el retroceso de la costa (un metro al año). Por otra parte, en la zona
oriental de la playa, el campo de golf instalado sobre la gran duna (LIC) terminará
tan recortado por sus márgenes que se verá forzado a suspender actividades.
El frente marítimo de la duna de Oyambre se deshace. El pino tiene ya la mitad de sus raíces al descubierto |
La conclusión es que reconstruir
la escalera de Oyambre sería una intervención inapropiada, con fecha de
caducidad y con dilapidación del dinero público. Para seguir ofreciendo
acceso a esta zona de la playa se impondría una actuación estacional y ligera,
con escaleras o rampas móviles y desmontables. En cualquier caso, la zona
occidental de Oyambre está modificando su aspecto y peligra su utilidad como
área veraniega de baños, llegando a desaparecer completamente durante la marea
alta. La paulatina desaparición de las playas, especialmente las confinadas urbanas y las situadas contra acantilados, es una de las anunciadas consecuencias del cambio
climático en el norte de España.
El cambio climático y sus efectos
no son un vistoso material de los telediarios. Los fenómenos meteorológicos
extremos están matando personas en Europa y las autoridades deben hacer
provisión de fondos en sus presupuestos para limitar la agresión. En el Reino
Unido, los recortes presupuestarios han disminuido las plantillas y los medios
del Departamento de Medio Ambiente. El resultado es que, a 7 de enero de 2014,
294 lugares que deberían disponer hoy mismo de barreras contra inundación no
las han obtenido y varios cientos de ciudadanos verán sus casas y negocios
llenos de agua.