DEMOCRACIA Y MEDIO AMBIENTE
Regresión
Pavimento solar de COLAS (Bouygues) |
La nuestra, la española, sigue
transitando por el camino del egoísmo más mezquino, aplicando con frialdad los
repulsivos principios del neoliberalismo. Incluso quienes debían ser
formidables reductos de cristiandad evangélica y valores morales, como algunos arzobispos de
la Iglesia Católica, caen en el desprecio al prójimo: “No todos los emigrantes son trigo limpio”.
La plaga del egoísmo, como una
metástasis, parece extenderse sobre una sociedad anestesiada con esa indecente mitología neoliberal que deja actuar libremente a las fuerzas del
mercado, pisoteando a los más débiles y arrinconando a los supuestos perdedores.
Hoy mismo, jueves 15 de octubre de 2015, nos golpeaba el informe de un 33% de
españoles situados bajo el umbral de la pobreza: 15.000.000 de hombres, mujeres
y niños.
Las fuentes de la enfermedad,
en el Reino de España, se hacen ya tan evidentes que nadie se molesta en
esconderlas. El pasado día 9 de octubre, el Gobierno aprobaba el Real Decreto
que impone un “impuesto” a la energía eléctrica de origen fotovoltaico,
entorpeciendo hasta niveles nunca sospechados el desarrollo de la energía solar
en el país.
No crean que era el Gobierno
quien dictaba esta aberración, sino el lobby “Magritte”, que agrupa a las diez
principales empresas eléctricas de Europa. Las corporaciones ven en la energía
solar, limpia, independiente y democrática, una amenaza a sus intereses
centrados en las energías fósiles, sucias y dependientes de brutales regímenes
antidemocráticos. Su objetivo es torpedear las energías renovables en Europa por
todos los medios, si es necesario con la mentira y el soborno.
En el Reino de España, las corporaciones
eléctricas tienen en el carbón, el petróleo y el gas sus fuentes energéticas. Intentando
ocultar su juego, acusan a las renovables de recibir unos inaceptables 30.000
millones de euros en subvenciones. Sin embargo, las energías fósiles reciben
61.000 millones de euros en subvenciones al carbón y al gas.
Mientras se confirma la
persecución del autoconsumo al sur de los Pirineos, la sociedad francesa Bouygues, a través de su
filial constructora de carreteras (Colas), lanzaba sus carreteras solares “Wattway”. Son
placas solares que recubren las carreteras y transforman la red viaria en
plantas de generación eléctricas.
Con 4 metros cuadrados de
estas placas se abastece en energía eléctrica a un hogar (sin calefacción). Con
un kilómetro de carretera se genera energía eléctrica para 5.000 ciudadanos. El 25% de
la red viaria española, recubierta de estas placas, haría nuestra sociedad
energéticamente independiente del exterior. Hay medios y existen soluciones,
pero antes de retomar el camino es necesario remover los obstáculos que frenan
nuestro desarrollo.
No son los ciudadanos quienes
se oponen a la Transición energética. Los españoles, así lo han demostrado ante la creciente crisis
migratoria, siguen apostando fuertemente por la solidaridad, la empatía, el perdón
y la justicia como ideales de vida. Son otros, una minoría desalmada y arrogante, quienes se han
desviado del camino.