LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

miércoles, 20 de febrero de 2013


INTERRUPTORES HORMONALES
Naciones Unidas se pronuncia


Ha tardado más de la cuenta pero, finalmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) vuelve a informar sobre las hormonas sintéticas que nos matan. La OMS, timorata y escurridiza, utiliza el IOMC (Inter–Organization Programme for the sound Management of Chemicals), un organismo de cooperación científica entre diversas agencias de Naciones Unidas, la OCDE y el Banco Mundial. El título del informe es “Evaluación Global sobre Disruptores Endocrinos Químicos 2012” y acaba de ser hecho público.

Desde que la Asociación Europea de Pediatría Endocrina, la Agencia Europea de Medio Ambiente y la propia OMS empezaran a alarmarnos desde 2002 con las substancias químicas que interfieren con nuestras hormonas, han pasado más de diez años. Tiempo suficiente para que la OMS y sus socios de la IOMC constaten algunas novedades recogidas en este nuevo informe:

  • La calidad y cantidad de los espermatozoides humanos a nivel mundial ha descendido. En algunos países, baja una media superior al 40%. 
  • Aumentan las malformaciones genitales en recién nacidos (Cryptorquidia e Hypospadia)
  • Aumentan los nacimientos de bebés bajos de peso y los partos problemáticos.
  •  Aumentan los desórdenes neuronales asociados a la glándula tiroides.
  • Aumenta la incidencia de cánceres hormonales en la población mundial (Pecho, matriz, ovario, próstata, testículo y tiroides)
  • Aumentan los casos de desarrollo mamario precoz y adelanto de la pubertad en niñas, creciendo el riesgo de cáncer
  • Aumenta la obesidad (En 2012 había 1.500 millones de seres humanos obesos)
  • Aumenta la diabetes en el mundo (153 millones de diabéticos en 1980; 347 millones en 2008).

Junto a esta lista de certezas epidemiológicas, con mayor incidencia en las sociedades más desarrolladas, el informe sugiere el protagonismo de los disruptores endocrinos en el asma, la hipertensión arterial, los ictus, el Alzheimer, el Parkinson, las infecciones resistentes y las enfermedades auto-inmunes.


Algunos de los disruptores endocrinos se desprenden de
los plásticos que usamos como recipientes de comida

El informe calcula que unos 800 productos o moléculas químicas fabricadas por el hombre pueden actuar como perturbadores hormonales, pero solo una mínima fracción de esos productos ha sido investigada. Apenas se han estudiado los efectos a medio y largo plazo de los químicos más frecuentes en el comercio y que someten a la población a una exposición global y permanente.

Esa exposición llega a través de los pesticidas de uso corriente, los ingredientes de productos farmacéuticos, en aditivos y contaminantes presentes en los alimentos, en productos de cuidado personal y de cosmética, plásticos, textiles y materiales de construcción. Al atravesar sin problemas las estaciones de depuración de aguas residuales, las substancias pseudo-hormonales pueden estar presentes en el agua del grifo.


Las sociedades más civilizadas ofrecen recipientes de
plástico libres de Bisfenilo A (BPA)

¿Dónde están? Esos venenos son los parabenes (Metilparaben, Etilparaben, Propilparaben, Butilparaben) que encontramos en la pasta de dientes, el champú o las cremas de belleza. Son los BPA (Bisfenilo A) de los policarbonatos y las resinas epoxy que recubren el interior de las latas de conserva, las etiquetas termoimpresas o el papel film de cocina. Son los plastificantes (ftalatos) y retardadores de llama disueltos en botellas de agua o refrescos y los objetos de uso corriente, como salpicaderos de coches, ordenadores, moquetas, fundas de asientos o recipientes plásticos para comida.

¿Qué hacer? La erradicación de otras substancias peligrosas ha funcionado. Basta recordar el DDT, el plomo de las gasolinas, el amianto, el pesticida Clorpyrifo o el Tributylin usado en la pintura de los buques. Ahora, los consumidores se enfrentan a substancias que penetran en sus hogares escondidas en la bolsa de la compra, para terminar en su cocina, en sus platos y en el cuarto de baño. La única protección es lograr erradicar estos venenos de la industria química internacional.

Los gobiernos saben que los disruptores hormonales amenazan a la especie humana porque destruyen a nuestro sistema reproductivo. Saben que la plaga del cáncer está alimentada con basura química. Detrás de esa basura están las empresas químicas y las industrias. Prohibir una sustancia que mata o enferma molesta a las industrias porque las obliga a cambiar sus procedimientos. Estamos ante un delito tipificado como “crimen consentido y organizado” contra el derecho a la vida y la salud de las personas. Esto se nos va de las manos y los jueces deberían empezar a decir algo.