CRECIMIENTO
Hasta el infinito y más allá
Nos informan que las autoridades
ambientales del Reino de España han dado su visto bueno a la petrolera REPSOL para que
busque crudo en aguas de las Islas Canarias. Solo faltan un par de pequeños trámites
para que las plataformas envíen hasta el fondo del mar sus brocas perforantes
es busca del petróleo. Trepanarán hasta donde sea necesario (tienen la tecnología para
ello) en busca de una nueva excusa para que este sistema económico crezca sin
pausa.
De nada sirven manifestaciones de
ciudadanos preocupados por una eventual contaminación de las costas canarias y
la amenaza de que sufra la primera industria de las islas, el turismo. Poca
importancia tiene que el 80% del área de prospección estuviera designada como
LIC (Lugar de Interés Comunitario) por los científicos españoles. Las
autoridades regionales de las Islas Canarias abominan en público de este
proyecto, pero ofrecen a los buscadores de petróleo sus puertos y la
imprescindible logística, no sea que el negocio del avituallamiento se lo
lleve el vecino Reino de Marruecos.
Para su propósito, los petroleros
muestran a los políticos supuestos informes técnicos pergeñados por empresas
privadas y avalados por “consultoras” de gran calidad. Las mismas
“consultoras” y “auditoras” que fueron incapaces de prevenir y conjurar la
brutal crisis del sistema financiero que hoy nos aplasta. Los técnicos
calculan, estiman, valoran, imaginan y hasta elucubran con 2.000 millones de
barriles de petróleo al año en Canarias. Podían haber anunciado 6.000 millones o 15.000 millones, como en Monterey (California) que luego quedaron en 600 millones. Puede que al final se queden en 36.000 sencillos barriles al año., como en los yacimientos de Ayoluengo (Burgos). Pero no deja de ser algo maravilloso para el crecimiento del PIB del Reino
El pasado 20 de mayo, el gobierno
de la República del Ecuador aceptó finalmente que la empresa Petroamazonas perfore en el corazón
del Parque Nacional de Yatsuni, en plena Amazonia. La empresa petrolera, con un
abultado historial de vertidos salvajes contaminantes, se instala en un lugar
donde una sola hectárea de bosque atesora más diversidad de especies vivas que
todo América del Norte. En el Parque Nacional de Virunga, en el Congo, una
petrolera británica se prepara para expulsar a los últimos gorilas de espalda
plateada y buscar crudo.
En Burgos (Reino de España), una
empresa británica de sondeos de gas de fracking envía, a través de un bufete
de abogados aborigen, cartas amenazadoras a propietarios de tierras. Les
conmina a vender sus terrenos a los gaseros antes de proceder a expropiaciones
forzosas. Cuando se empieza por este camino el siguiente paso es romper las piernas de un vecino recalcitrante, a modo de advertencia y escarmiento, como suelen hacer las mafias.
Desde que empezó a girar la
primera máquina de vapor alimentada con carbón, la humanidad ha desarrollado el
concepto “crecer”. Crecer, incrementar el PIB sin límites, si es posible por
encima del 3% anual. Y todo gracias a los combustibles fósiles. Porque han sido el
carbón y sus hermanos, el petróleo y el gas metano, quienes han forjado el “progreso” de la humanidad. El comunismo, el fascismo y el capitalismo apenas han intervenido en
este proceso, salvo para medrar a su sombra, enriquecer a sus dirigentes y
aportar al sistema sus personales patologías y crímenes.
Canarias, Yatsuni, Virunga,
Burgos…. las aguas profundas frente al Brasil, de Australia y del Ártico.
Raspamos, escarbamos y taladramos en busca de la última molécula de carbono. Si
es necesario, exprimimos las piedras para que suelten una mísera gota de aceite
sucio y pesado. Allá donde se descubre un recurso, la humanidad vuela para
extirparlo, quemarlo o dispersarlo integrado en millones de inútiles
artefactos.
Buscaremos en la grieta más
oculta de la Tierra hasta el último resto de petróleo. Si es necesario,
envenenaremos el agua y el subsuelo para romper la roca madre y aspirar las
diminutas burbujas del gas de fracking. Destrozaremos los territorios y los paisajes hasta que los terribles efectos se hagan
visibles desde el espacio.
Pero todo será inútil. Los buscadores no
pretenden satisfacer la sed insaciable de carbono de este estúpido mundo, sino mantener
la carestía en una estudiada tensión y fomentar la necesidad de energías sucias que les hará aún más ricos. Miles
de millones de euros, dólares y rublos se enterrarán en aventuras petroleras
sin salida, arrinconando a las mujeres y hombres del siglo XXI al borde del
precipicio. Buscar más combustibles fósiles y, al mismo tiempo, hacer lo
imposible por entorpecer las energías limpias, gratuitas y sin fin: es el
propósito y la misión.
Hace 10.000 años, según se dice,
el ser humano se hizo sedentario y empezó a cultivar la tierra. Toda la
historia de la civilización humana, acaecida desde la última glaciación, ha
vivido en “este” planeta. Las montañas, ríos, playas y ensenadas que hoy
identificamos y nombramos estaban en el mismo lugar que hoy en tiempos del faraón Amenotep,
del persa Darío y de Jesucristo. Pero nosotros, con nuestra sociedad del
crecimiento sin límites del PIB y del carbono sucio, estamos empezando a borrar
la memoria de la Humanidad desdibujando, emborronando los mapas.
Dentro de un siglo, las formas y
contornos de los continentes habrán cambiado, invadidos por el océano y arrasados por la brutal minería sin prejucios. Las
siembras y cosechas que practicaban los etruscos hace tres mil años no tendrán
sentido porque el clima será otro. Regiones ahora inhóspitas serán fértiles y
miles de millones abandonarán la tierra de sus antepasados para siempre. Miles de especies de animales y plantas no estarán ya con nosotros en este viaje común , salvo
disecados o en frascos de formol.
Hace apenas unas horas, ha
llegado al puerto de Bilbao (Reino de España) un buque tanque cargado con
bidones del crudo sucio de Canadá. Es el primer envío. Su destino es la refinería Petronor (Repsol). Procede
de los yacimientos de pizarras bituminosas de Alberta y es un petróleo tan
pesado y cargado de mierda que pocas refinerías lo aceptan en sus procesos. Sin
embargo, Repsol está preparada para tratar este veneno porque es una
corporación que se adelanta al futuro más negro. De hecho, forma parte de él y ayuda a crearlo. Seguramente, los políticos y
patriotas del Reino de España sonríen ilusionados ante la idea de que sea
nuestro país el que se encargue de refinar la basura canadiense para alimentar
a toda Europa.
En la historia que estamos
escribiendo habrá mucho dolor. No tengo nietos. Pero si algún día puedo
disfrutar de ese privilegio no me cansaré de pedirles perdón cada día por haber
destruido su mundo.