BISFENOL A
Se acaban las excusas
El Parlamento de la República
Francesa fue el primero en dar la cara por sus ciudadanos ante la industria. No
había pruebas concluyentes y rotundas, esas que tanto reclaman los burócratas
de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para desterrar el
tóxico de nuestras vidas. Pero había fuertes sospechas del veneno que
representa la mortal molécula que imita a las hormonas femeninas y que se ha
infiltrado en nuestra vida diaria. Suficientes sospechas como para aplicar al
BPA el principio de precaución y proteger a las futuras generaciones de
franceses.
El día 13 de diciembre de 2012,
por unanimidad, el Parlamento aprobaba el proyecto de ley que elimina en 2013
el Bisfenol A (BPA) de todo envase de contenga alimentos para bebés. La
erradicación total, para el conjunto de la población francesa, llegará en 2015.
Ayer mismo, día 9 de abril de 2013, la ANSES (Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, el Medio Ambiente y el Trabajo publicaba el resultado
de tres años de trabajo.
Es la primera vez que una Agencia
oficial europea, responsable de la seguridad alimentaria en Francia (*), se
pronuncia contra el BPA de forma categórica en un informe de 282 páginas. A
falta de más datos y pruebas, la ANSES no entra a fondo en cómo el BPA provoca
trastornos de comportamiento en niños, defectos y malformaciones en el aparato
reproductor femenino, obesidad infantil, daños a la próstata, afecciones a la
tiroides e infertilidad masculina. Tan solo se queda con la certeza de que el
BPA absorbido y asimilado por una mujer embarazada está aumentando el riesgo de
que su bebé sufra cáncer de seno a lo largo de su vida, al suministrarle una
sobredosis de pseudo - hormonas femeninas (BPA - imitadores de estrógenos) a través
de la placenta.
¿Dónde está el BPA?
La ANSES ha buscado el BPA y lo
ha encontrado en el aire de las habitaciones, en el polvo, en los alimentos, en
el agua embotellada, en los objetos que tocamos en la vida diaria, como los discos
compactos (CD) o los tickets de cualquier compra (Impresión térmica). Al medir
los niveles de BPA en estos entornos y situaciones, la ANSES calcula de una de
cada cinco mujeres embarazadas (el 23%) está expuesta a tasas de BPA que
amenazan la futura salud de su bebé por un cáncer “diferido”.
Dos grandes fuentes de BPA han
sido dictaminadas por la Agencia francesa: la más importante es la comida, ya
que el 84% del BPA es ingerido por la población a través de la alimentación. Un
50% está en el revestimiento epoxy del interior de las latas de comida y
bebida. El otro 34% aparece en numerosos alimentos, especialmente en las
carnes, pero su exacto origen no se ha desvelado. Sin embargo, se sospecha de
los envases, bandejas y recubrimientos plásticos (Tipo 7 – Policarbonatos), sin
olvidar que la carne animal puede estar impregnada de BPA a causa de su propia
alimentación.
Una situación que la ANSES
considera alarmante concierne a las cajeras y vendedoras, por cuyas manos pasan
miles de tickets impresos en el acto mediante tintas térmicas que contienen
BPA. Una cajera de supermercado, embarazada y manipulando tintas térmicas,
tiene más probabilidades de que su bebé padezca un cáncer el día de mañana.
La previsión, de seguir así, es
que dentro de dos décadas Europa asista a una pandemia de cáncer sin
precedentes. Además de diezmar a las mujeres, el BPA de hoy provocará severos
daños a la fertilidad masculina, además de cáncer temprano de próstata o
testículo, y pondrá en riesgo la capacidad reproductora de las futuras
generaciones. Bastaría con seguir los pasos de Francia, eliminando el epoxy de
las latas de conserva, para que la amenaza se dividiera por dos.
La ANSES hace un llamamiento a la
substitución del BPA por otras substancias plastificantes, aunque advirtiendo
que otros Bisfenoles, como el B, el F, el S o el M, también tienen propiedades estrogénicas. Las mismas que han
encontrado en la molécula “Badge” (BPS – Diglicydil Éter), propuesta como
sustitutiva del BPA.
Uno se pregunta, en su inocencia
europeísta, para qué demonios sirve que la Unión Europea haya adoptado el sistema REACH que registra todas las moléculas químicas que salen al mercado
comunitario. La realidad es que, aunque se registren en REACH, esas moléculas
no han sido objeto de ensayos completos toxicológicos, especialmente sobre su
papel como perturbadores endocrinos, enemigos declarados de la especie humana.
Una especie tan imbécil que crea sus peores venenos y se los come a diario sin
pestañear.
(*) La ANSES es Cabeza de Red
Nacional (R31 – Punto focal para la Autoridad Europea de Seguridad
Alimentaria). También es Punto de contacto de la República Francesa con la
Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), la OMS y la FAO.