LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

miércoles, 10 de abril de 2013


BISFENOL A
Se acaban las excusas


El Parlamento de la República Francesa fue el primero en dar la cara por sus ciudadanos ante la industria. No había pruebas concluyentes y rotundas, esas que tanto reclaman los burócratas de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para desterrar el tóxico de nuestras vidas. Pero había fuertes sospechas del veneno que representa la mortal molécula que imita a las hormonas femeninas y que se ha infiltrado en nuestra vida diaria. Suficientes sospechas como para aplicar al BPA el principio de precaución y proteger a las futuras generaciones de franceses.

El día 13 de diciembre de 2012, por unanimidad, el Parlamento aprobaba el proyecto de ley que elimina en 2013 el Bisfenol A (BPA) de todo envase de contenga alimentos para bebés. La erradicación total, para el conjunto de la población francesa, llegará en 2015. Ayer mismo, día 9 de abril de 2013, la ANSES (Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, el Medio Ambiente y el Trabajo publicaba el resultado de tres años de trabajo.




Es la primera vez que una Agencia oficial europea, responsable de la seguridad alimentaria en Francia (*), se pronuncia contra el BPA de forma categórica en un informe de 282 páginas. A falta de más datos y pruebas, la ANSES no entra a fondo en cómo el BPA provoca trastornos de comportamiento en niños, defectos y malformaciones en el aparato reproductor femenino, obesidad infantil, daños a la próstata, afecciones a la tiroides e infertilidad masculina. Tan solo se queda con la certeza de que el BPA absorbido y asimilado por una mujer embarazada está aumentando el riesgo de que su bebé sufra cáncer de seno a lo largo de su vida, al suministrarle una sobredosis de pseudo - hormonas femeninas (BPA - imitadores de estrógenos) a través de la placenta.

¿Dónde está el BPA?

La ANSES ha buscado el BPA y lo ha encontrado en el aire de las habitaciones, en el polvo, en los alimentos, en el agua embotellada, en los objetos que tocamos en la vida diaria, como los discos compactos (CD) o los tickets de cualquier compra (Impresión térmica). Al medir los niveles de BPA en estos entornos y situaciones, la ANSES calcula de una de cada cinco mujeres embarazadas (el 23%) está expuesta a tasas de BPA que amenazan la futura salud de su bebé por un cáncer “diferido”.



Dos grandes fuentes de BPA han sido dictaminadas por la Agencia francesa: la más importante es la comida, ya que el 84% del BPA es ingerido por la población a través de la alimentación. Un 50% está en el revestimiento epoxy del interior de las latas de comida y bebida. El otro 34% aparece en numerosos alimentos, especialmente en las carnes, pero su exacto origen no se ha desvelado. Sin embargo, se sospecha de los envases, bandejas y recubrimientos plásticos (Tipo 7 – Policarbonatos), sin olvidar que la carne animal puede estar impregnada de BPA a causa de su propia alimentación.

Una situación que la ANSES considera alarmante concierne a las cajeras y vendedoras, por cuyas manos pasan miles de tickets impresos en el acto mediante tintas térmicas que contienen BPA. Una cajera de supermercado, embarazada y manipulando tintas térmicas, tiene más probabilidades de que su bebé padezca un cáncer el día de mañana.




La previsión, de seguir así, es que dentro de dos décadas Europa asista a una pandemia de cáncer sin precedentes. Además de diezmar a las mujeres, el BPA de hoy provocará severos daños a la fertilidad masculina, además de cáncer temprano de próstata o testículo, y pondrá en riesgo la capacidad reproductora de las futuras generaciones. Bastaría con seguir los pasos de Francia, eliminando el epoxy de las latas de conserva, para que la amenaza se dividiera por dos.

La ANSES hace un llamamiento a la substitución del BPA por otras substancias plastificantes, aunque advirtiendo que otros Bisfenoles, como el B, el F, el S o el M, también tienen  propiedades estrogénicas. Las mismas que han encontrado en la molécula “Badge” (BPS – Diglicydil Éter), propuesta como sustitutiva del BPA.

Uno se pregunta, en su inocencia europeísta, para qué demonios sirve que la Unión Europea haya adoptado el sistema REACH que registra todas las moléculas químicas que salen al mercado comunitario. La realidad es que, aunque se registren en REACH, esas moléculas no han sido objeto de ensayos completos toxicológicos, especialmente sobre su papel como perturbadores endocrinos, enemigos declarados de la especie humana. Una especie tan imbécil que crea sus peores venenos y se los come a diario sin pestañear. 

(*) La ANSES es Cabeza de Red Nacional (R31 – Punto focal para la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria). También es Punto de contacto de la República Francesa con la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), la OMS y la FAO.