CUARTA OLA DE CALOR
Mujer y cambio climático
La primera oleada de calor
africano del 2012 aplastó a media España en la segunda semana de mayo. Si llegó a batir unos cuantos récords históricos de
temperatura, la del 23 de junio redondeó la cálida faena, rematada por la tercera
ola, la del 6 de julio. Ahora, día 18 de julio, estamos ante la cuarta invasión y tal
parece que no será la última. Los vecinos de Sevilla lo tienen perfectamente asumido y no necesitan termómetro para medir las temperaturas veraniegas, sino la sutil escala que
distingue entre la caló, el caló, los
calores y las calores. Para los vecinos de la isla de Gran Canaria, los 44º
centígrados disfrutados ayer les ha debido transportar el ánimo hasta el
polígono industrial de Timbouctou - Mali (seguro que tiene uno).
Eso de que los embolsamientos
de fuego sahariano se paseen con tanta alegría por el sur de Europa es para
preocupar. Los felices “negacionistas”
del cambio climático dirán que los actuales calores son de lo más habitual.
Pero, por si acaso se hacen más habituales, habría que empezar a pensar en
poner remedios. Sin prisas, pero sin pausas. Eso es lo que piensan los europeos
del norte, a pesar de que estas olas africanas les quedan bastante lejos.
La sociedad sueca, más sensibilizada que la española ante el cambio climático, incluye a la mujer en las prioridades a la hora de establecer mecanismos mitigadores |
Cuatro grandes cuestiones,
referentes al cambio climático y sus consecuencias, preocupan a los suecos: las
posibles inundaciones por lluvias torrenciales; las inesperadas sequías; la
subida del nivel del mar y la alteración en los circuitos del suministro de
alimentos a nivel regional. Una quinta cuestión es la subida generalizada de
las temperatura y cómo se verá afectada la población en su calidad de vida.
Especialmente las mujeres. Si en Suecia despierta inquietud que las mujeres
sufran más con el calor, deben tener pesadillas al pensar en las mujeres
españolas. Estos son algunos de los temas que la sociedad sueca empieza a poner
sobre la mesa.
Uno. La mujer padece con mayor
intensidad el calor excesivo. Los hombres, como majaderos que somos, decimos
que tienen el termostato defectuoso. Pero su capacidad
biológica para adaptarse a los cambios de temperatura es sensiblemente diferente
de la masculina. En episodios graves y duraderos de altas temperaturas, como
los del año 2003, mueren más mujeres que hombres por "golpes de calor".
Dos. La discriminación
ejercida sobre la mujer (incluso en Suecia), con menores ingresos por iguales trabajos
y con viudas que sobreviven con pensiones de miseria, tiene como consecuencia que
carezcan de medios económicos para mitigar el calor (desplazándose a lugares
más frescos, o utilizando climatización).
Soportar las olas de calor a orillas del mar, un privilegio fuera del alcance de muchos. Especialmente de mujeres discriminadas salarialmente y viudas sin recursos |
Tres. Después de la vida
laboral, las mujeres suelen tener a su lado a un marido envejecido y fatigado
que si antes poco ayudaba en el hogar, ahora todavía menos. En consecuencia, su esperada
jubilación no las exime del agotador trabajo doméstico. En tales circunstancias,
las mujeres mayores (y todas las demás) sufren mucho más el exceso de calor,
constantemente ajetreadas por la casa, sin medios económicos para disponer de
ayuda, sudando con el aire caliente que suelta el aspirador, literalmente pegadas a cocinas y ardientes tablas de plancha.
Cuatro. Una de las mayores torturas
del exceso de calor es el transporte público no climatizado. En España,
afortunadamente, los metros y autobuses suelen estar frescos, pero en Suecia son una
excepción. La mujer usa el transporte público mucho más que los hombres, habituados a moverse en coche, y esos
medios colectivos deberían prepararse mejor para atenderlas debidamente.
Cinco. Las posibles soluciones
para adaptarse a los efectos de la subida de las temperaturas deberían ser
debatidas con la mayoritaria participación de la población femenina. La mujer no
tiene esa confianza ciega y algo inocente de los hombres en las tecnologías salvadoras. Ellas buscan soluciones prácticas y ágiles que las protejan. En resumen, sabemos que las sociedades y personas más débiles y pobres serán las que padezcan
con mayor intensidad los efectos adversos del cambio climático. La mujer forma parte de ese grupo desfavorecido, en Senegal, en Suecia y en España.