BIOCARBURANTES EN GUERRA
Mentiras gordas - verdades pequeñas
Seguro que ha oído hablar de los
biocombustibles. Posiblemente le han contado que en Brasil muchos coches se
mueven con el etanol de la caña de azúcar. Alguna vez habrá visto una estación
de servicio que vende gasoil mezclado con grasas vegetales o recicladas (biofuel). Pero lo
que no sabrá es que en Europa se libra una guerra sorda entre los políticos de Bruselas, los
científicos, la industria del agrocarburante y las organizaciones ecologistas.
El culpable de esa guerra se llama
ILUC.
ILUC es el acrónimo de Indirect Land Use Change, es decir,
Cambio Indirecto del Uso de la Tierra. ¿Qué es ese ILUC que monta la gresca en
Europa? Se lo resumo en diez breves párrafos colocados en riguroso orden:
Primero:
Presumimos de “verdes” y queremos usar, en coches y camiones, combustibles “limpios”
creados por la agricultura. Dicen que son sostenibles, duraderos y que emiten
menos carbono. El futuro: una maravilla.
Segundo:
en Europa vivimos apretados y no tenemos mucho territorio disponible donde cultivar vegetales para combustible. En realidad, tenemos que importar buena parte
de nuestra comida. Tampoco gozamos de climas tropicales (de momento, porque el
cambio climático resolverá este defecto) para poder cultivar en abundancia vegetales como la soja,
la caña de azúcar o la palma. Sale más fácil y barato importarlos.
Tercero:
aunque en Europa está poco extendido el uso de biocarburantes, la Unión Europea desea que a partir de 2020 al menos el 10% de los combustibles usados en el transporte sea
sostenible (renovable). De momento, se comercializa el combustible E10, mezcla de
gasóleo con un 10% de etanol.
Cuarto:
Europa importa soja desde Argentina, Brasil y Estados Unidos para hacer etanol,
maíz de Estados Unidos para hacer el etanol, y aceite de palma desde Borneo y Malaysia para
hacer biofuel.
Quinto:
en Brasil, Borneo o Malaysia, para vender más soja, maíz y palma a los
señoritos europeos y norteamericanos, deforestan y arrasan las selvas vírgenes, queman los restos, descuidan los cultivos para consumo humano y hacen
subir los precios del cereal.
Sexto:
nuestra demanda de agrocarburantes está forzando el Cambio del Uso de la Tierra
en esos países de forma “indirecta”. Ellos cambian selvas tropicales por campos
cultivados. ¡Hemos llegado al dichoso ILUC!
Séptimo:
vamos al volante de nuestro coche, orgullosos del
agrocarburante que quemamos y dejando atrás un olorcillo a cacahuete
tostado. Europa emite menos carbono y contamina menos. ¿Todos contentos?
Octavo: Pues no. Vienen unos científicos y dicen que en cada litro de agrocarburante quemado hay
que contar sus propias emisiones de carbono y de gases, MAS las emisiones que entrañan la destrucción de la selva y de los
árboles como sumideros de carbono, la pérdida del carbono encerrado en la
tierra virgen, las emisiones de pesticidas, fertilizantes químicos y el combustible usados en el cultivo del agrocarburante. Además, hay que sumar las
emisiones del transporte de esos vegetales hasta Europa y los costes ambientales y energéticos de la fabricación de los mismos. También hay que contar con otros
daños colaterales y severos: combustible en lugar de comida; supervivencia de indígenas expulsados de sus
tierras; aumento del precio de los cereales para consumo humano; destrucción de
ecosistemas; extinción de especies.
Noveno:
la Unión Europea se queda de piedra y decide que, a la hora de hacer las cuentas
como dice el Sr. Mariano Rajoy (“como
Dios manda”), habría que contar con el ILUC.
Décimo:
puestos en este plan, el ILUC parece mostrar que los agrocarburantes no son tan sostenibles como pregonan. En conjunto, emiten igual o más que un apestoso gasoil y, encima, son una plaga ecológica y cultural. Alguien nos ha estado
contando muchas mentiras y muy gordas.
Con estos diez puntos podemos haber comprendido el problema, pero nos falta el detalle final: Europa subvenciona los agrocombustibles para abaratarlos y fomentar su empleo, con la excusa de que son mucho mejores para el Clima que los derivados del petróleo. En estos días de primavera la guerra se ha
desatado porque la Unión Europea decidió, en octubre de 2012, distinguir entre los agrocarburantes “convencionales”, o de 1ª generación, y los “avanzados”, o de 2ª
generación. Los primeros serían los clásicos derivados de maíz, caña, soja, palma,
trigo,…Productos que también sirven para comer. Los segundos serían los obtenidos a partir de residuos vegetales, de plantas no comestibles o de algas marinas
.
.
A causa de las dudas cósmicas
que suscita el tener que contar con el ILUC a la hora de hacer el balance real, Europa ha
decidido cortar las subvenciones a los agrocarburantes “convencionales” a
partir de 2020. Además, ha insinuado que en ese 10% de combustible renovable
del mix, propuesto para 2020, los de
1ª generación solamente cubrirán la mitad (cap
5%). En otras palabras, Europa propone reducir a la mitad el posible
protagonismo del maíz, de la soja y de sus otros compañeros.
Es una propuesta, no una decisión
firme. Entre tanto, la Unión Europea y su Comisaria para estas cosas del Clima, Connie Hedegaarde, no terminan de ofrecer los estudios
definitivos sobre el real impacto del ILUC, pero mantienen las actuales subvenciones.
En buena lógica, si resulta que los agrocarburantes parecen enormemente sospechosos de ser
peores que el petróleo, no se entiende que la Sra. Hedegaarde mantenga subvencionada
una energía tan dañina. Ese dinero (mucho o poco) debería ir a la fotovoltáica y a la verdaderamente sostenible.
A la espera del anunciado estudio del ILUC, los
industriales del agrocarburante están echando espuma por la boca y sufren terrible ansiedad. Los
ecologistas rechinan los dientes. Los campesinos europeos están desconcertados
y las empresas de transgénicos (OGM), como Syngenta y sus maíces brasileños,
meten caña para que no cesen las benditas subvenciones al combustible “verde”
que les está haciendo multimillonarios.
El Clima es lo de menos. Lo importante es la Pasta.
El Clima es lo de menos. Lo importante es la Pasta.