LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

miércoles, 15 de mayo de 2013


BIOCARBURANTES EN GUERRA
Mentiras gordas - verdades pequeñas



Seguro que ha oído hablar de los biocombustibles. Posiblemente le han contado que en Brasil muchos coches se mueven con el etanol de la caña de azúcar. Alguna vez habrá visto una estación de servicio que vende gasoil mezclado con grasas vegetales o recicladas (biofuel). Pero lo que no sabrá es que en Europa se libra una guerra sorda entre los políticos de Bruselas, los científicos, la industria del agrocarburante y las organizaciones ecologistas.
El culpable de esa guerra se llama ILUC.

ILUC es el acrónimo de Indirect Land Use Change, es decir, Cambio Indirecto del Uso de la Tierra. ¿Qué es ese ILUC que monta la gresca en Europa? Se lo resumo en diez breves párrafos colocados en riguroso orden:



Cosecha de maíz para biofuel en Brasil

Primero: Presumimos de “verdes” y queremos usar, en coches y camiones, combustibles “limpios” creados por la agricultura. Dicen que son sostenibles, duraderos y que emiten menos carbono. El futuro: una maravilla.

Segundo: en Europa vivimos apretados y no tenemos mucho territorio disponible donde cultivar vegetales para combustible. En realidad, tenemos que importar buena parte de nuestra comida. Tampoco gozamos de climas tropicales (de momento, porque el cambio climático resolverá este defecto) para poder cultivar en abundancia vegetales como la soja, la caña de azúcar o la palma. Sale más fácil y barato importarlos.

Tercero: aunque en Europa está poco extendido el uso de biocarburantes, la Unión Europea desea que a partir de 2020 al menos el 10% de los combustibles usados en el transporte sea sostenible (renovable). De momento, se comercializa el combustible E10, mezcla de gasóleo con un 10% de etanol.

Cuarto: Europa importa soja desde Argentina, Brasil y Estados Unidos para hacer etanol, maíz de Estados Unidos para hacer el etanol,  y aceite de palma desde Borneo y Malaysia para hacer biofuel.



Plantación de palma en Borneo

Quinto: en Brasil, Borneo o Malaysia, para vender más soja, maíz y palma a los señoritos europeos y norteamericanos, deforestan y arrasan las selvas vírgenes, queman los restos, descuidan los cultivos para consumo humano y hacen subir los precios del cereal.

Sexto: nuestra demanda de agrocarburantes está forzando el Cambio del Uso de la Tierra en esos países de forma “indirecta”. Ellos cambian selvas tropicales por campos cultivados. ¡Hemos llegado al dichoso  ILUC!

Séptimo: vamos al volante de nuestro coche, orgullosos del  agrocarburante que quemamos y dejando atrás un olorcillo a cacahuete tostado. Europa emite menos carbono y contamina menos. ¿Todos contentos?

Octavo: Pues no. Vienen unos científicos y dicen que en cada litro de agrocarburante quemado hay que contar sus propias emisiones de carbono y de gases, MAS las emisiones que entrañan la destrucción de la selva y de los árboles como sumideros de carbono, la pérdida del carbono encerrado en la tierra virgen, las emisiones de pesticidas, fertilizantes químicos y el combustible usados en el cultivo del agrocarburante. Además, hay que sumar las emisiones del transporte de esos vegetales hasta Europa y los costes ambientales y energéticos de la fabricación de los mismos. También hay que contar con otros daños colaterales y severos: combustible en lugar de comida; supervivencia de indígenas expulsados de sus tierras; aumento del precio de los cereales para consumo humano; destrucción de ecosistemas; extinción de especies.



Etanol al 85% para motores "flex" en Estados Unidos

Noveno: la Unión Europea se queda de piedra y decide que, a la hora de hacer las cuentas como dice el Sr. Mariano Rajoy (“como Dios manda”), habría que contar con el ILUC.

Décimo: puestos en este plan, el ILUC parece mostrar que los agrocarburantes no son tan sostenibles como pregonan. En conjunto, emiten igual o más que un apestoso gasoil y, encima, son una plaga ecológica y cultural. Alguien nos ha estado contando muchas mentiras y muy gordas.

Con estos diez puntos podemos haber comprendido el problema, pero nos falta el detalle final: Europa subvenciona los agrocombustibles para abaratarlos y fomentar su empleo, con la excusa de que son mucho mejores para el Clima que los derivados del petróleo. En estos días de  primavera la guerra se ha desatado porque la Unión Europea decidió, en octubre de 2012, distinguir entre los agrocarburantes “convencionales”, o de 1ª generación, y los “avanzados”, o de 2ª generación. Los primeros serían los clásicos derivados de maíz, caña, soja, palma, trigo,…Productos que también sirven para comer. Los segundos serían los obtenidos a partir de residuos vegetales, de plantas no comestibles o de algas marinas
.

Connie Hedegaarde, comisaria europea de Acción por el Clima

A causa de las dudas cósmicas que suscita el tener que contar con el ILUC a la hora de hacer el balance real, Europa ha decidido cortar las subvenciones a los agrocarburantes “convencionales” a partir de 2020. Además, ha insinuado que en ese 10% de combustible renovable del mix, propuesto para 2020, los de 1ª generación solamente cubrirán la mitad (cap 5%). En otras palabras, Europa propone reducir a la mitad el posible protagonismo del maíz, de la soja y de sus otros compañeros.

Es una propuesta, no una decisión firme. Entre tanto, la Unión Europea y su Comisaria para estas cosas del Clima, Connie Hedegaarde, no terminan de ofrecer los estudios definitivos sobre el real impacto del ILUC, pero mantienen las actuales subvenciones. En buena lógica, si resulta que los agrocarburantes parecen enormemente sospechosos de ser peores que el petróleo, no se entiende que la Sra. Hedegaarde mantenga subvencionada una energía tan dañina. Ese dinero (mucho o poco) debería ir a la fotovoltáica y a la verdaderamente sostenible.

A la espera del anunciado estudio del ILUC, los industriales del agrocarburante están echando espuma por la boca y sufren terrible ansiedad. Los ecologistas rechinan los dientes. Los campesinos europeos están desconcertados y las empresas de transgénicos (OGM), como Syngenta y sus maíces brasileños, meten caña para que no cesen las benditas subvenciones al combustible “verde” que les está haciendo multimillonarios.
El Clima es lo de menos. Lo importante es la Pasta.

domingo, 12 de mayo de 2013


400 PARTES POR MILLÓN
¡Entramos en el Plioceno!


Felices habitantes del Plioceno:
una familia Australophitecus

en plena sabana
La novela “Parque Jurásico” fue la original fantasía del escritor Michael Crichton retornando al pasado de los dinosaurios. La confirmación (9 de mayo de 2013) de que en nuestra atmósfera hemos alcanzado las 400 partes por millón (ppm) de CO2, de manera estable, supera la imaginación de M. Crichton. Esto significa que, con audacia y espíritu aventurero, la humanidad ha encaminado al planeta Tierra hasta un nuevo y cálido Pleoceno o Plioceno.

Con este nombre, Plioceno, los paleontólogos identifican la época que vivió nuestro planeta hace entre 5,6 y 3,6 millones de años. Aquélla fue la última vez en la que la atmósfera registraba esas 400 ppm, según el análisis de burbujas de aire extraídas al hielo antártico en Vostok (Dome C). En aquellos lejanos e interesantes tiempos no se había formado el istmo de Panamá y las Américas del norte y del sur estaban separadas por tumultuosos brazos de mar. 

En el Plioceno, la India se había ya enganchado a Asia y las familias africanas de australopithecus no necesitaban una patera para cruzar desde Tánger a Tarifa porque no existía el estrecho de Gibraltar. Por toda Europa correteaban alegres jaurías de monos perseguidos por feroces "dientes de sable", mientras que en la Antártida empezaba a amontonarse una barbaridad de hielo.


El observatorio de la NOAA en Hawai, el primero en dar la noticia

La Tierra del Plioceno, con sus 400 ppm de CO2, salía muy lentamente del caliente Eoceno que había llenado los Polos de palmeras y tortugas tropicales. Como decía, estamos en el buen camino para hacer de nuestro planeta un balneario que nos permitirá pasear en taparrabos por Alaska. Lo estamos haciendo tan rematadamente bien que trituramos las estadísticas del calentamiento global y pulverizamos las previsiones más optimistas de la ciencia internacional. El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas se debe estar frotando las manos.


Protocolo de Kioto, energías renovables, ahorros energéticos y otras zarandajas
no han impedido la estupenda y firme progresión del CO2 en nuestra atmósfera. En la imagen
la famosa e imperturbable Curva de Keeling

En la primera semana de mayo de 2013, hace escasos días, la norteamericana NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), que es como la Agencia Española de Meteorología (AEMET) pero a lo bestia, anunciaba que su observatorio de Mauna Loa (Hawai) estaba ya a punto de registrar la buena nueva. Las previstas 400 ppm de CO2 alborotaron a un grupo de científicos que estudian el Ártico y pedían entrevistarse urgentemente con autoridades norteamericanas del Departamento de Defensa (DoD - Pentágono), de la Casa Blanca y del Ministerio de Interior (Homeland Security Department – sección Climate Change Roadmap).


Para el verano de 2015, todos estos hielos que tanto estorban
en el Océano Glacial Ártico pueden haber desaparecido

Los expertos anunciaron la efeméride con disimulado alborozo, afirmando ante las autoridades que en lugar de tener que esperar hasta el año 2100 para que el Ártico se libre de los hielos en verano, el magnífico acontecimiento podría adelantarse a 2015. Desde este momento, las autoridades de USA han empezado a trabajar para garantizar que el transporte, el suministro energético, las casas construidas en zonas costeras inundables y el aporte de comida y agua potable a la población no se vean afectados por nuestra entrada en el Plioceno. Además, se están cargando las pilas para saquear a conciencia el Polo Norte y su vecindario, antes de que lo hagan Noruega, Groenlandia, Rusia o Canadá.


Un previsor oso polar, que acaba de ver la Curva de Keeling, se entrena
nadando en aguas del Ártico para cuando se quede sin hielo

En España, el anuncio del acelerón del cambio climático y la confirmación oficial de que vamos bien encaminados, se ha celebrado con una reforma de la Ley de Costas. La iniciativa legal procura que miles de ciudadanos aproximen sus casas a la costa un poquito más. Así, la delicia de tirarse de cabeza al agua directamente desde el saloncito será una realidad mucho antes de lo previsto.

Los promotores inmobiliarios y arquitectos más espabilados empezarán pronto a publicitar bonitas casas con trampolín en cada piso y amarre de embarcaciones en el portal.  A los agoreros de siempre, los que dicen que el mar se tragará las viviendas costeras, la reforma sugiere que el Estado levantará hermosos diques para frenar el avance del mar, copiando a la moderna Holanda. 
El único problema es que, según parece, en el Plioceno el nivel del mar estaba 40 metros más alto que ahora.