LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

domingo, 24 de abril de 2016

COMILLAS HIPERTENSA

Hit the road Jack
and don´t you come back
no more, no more, no more, no more,..



La hipertensión en casa y para siempre
El de arriba es el estribillo que cantaba el coro de las Raelettes en la canción de Ray Charles. Corría el año 1971 y me sorprendí hace unos días canturreando ese “coje la carretera y no vuelvas más”, al saber que el exministro de Industria, Energía y Turismo, del Partido Popular, José Manuel Soria, dimitía y se retiraba de la política.

Se iba por mentiroso, pero nos dejaba a los españoles metidos hasta las rodillas en un charco fangoso, gracias a una de las más nefastas actuaciones en materia de energía que haya gestionado un ministro del gobierno español en las últimas décadas. Puede decirse que se va un peligroso enemigo de España y de la sociedad española, infiltrado en las más altas instancias del país porque se había sentado, durante años, en la mesa del Consejo de Ministros.

Oriundo de la isla de Gran Canaria, el enemigo “canarión” ha torpedeado sistemáticamente la independencia y la seguridad energética de los españoles mediante trampas al desarrollo de las energías renovables (“impuesto al sol”) e imponiendo tasas a la autosuficiencia energética y a las baterías de alta capacidad para hogares. Ha llevado a la ruina a los miles de inversores, españoles y extranjeros que apostaron por una energía solar propia y nacional. Un enemigo que ha empobrecido a la población autorizando una gestión eléctrica que multiplica el importe mensual de las facturas a través de impresentables y nunca explicados costes fijos. Con el “canarión”, España queda a la cabeza europea en precios de energía eléctrica.

Su manipulación no es una excepción en España y en el panorama europeo. Hace más de 35 años que las grandes corporaciones y grupos financieros partieron al asalto y desguace de los Estados. Su objetivo era colocar a sus hombres y mujeres en el poder para sabotear la democracia y los derechos ciudadanos desde dentro, en beneficio de las empresas.

Su éxito ha sido fulgurante. Hoy, las mujeres y hombres de las multinacionales copan los centros de decisión y han conseguido destruir completos entramados sociales (países enteros) o enviar a la pobreza a amplios sectores de población en Grecia, Portugal, España o Francia. La campaña de expoliación de la ciudadanía no cesa y el TTIP, el tratado trasatlántico de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea actualmente en proceso, es una excelente muestra.

Sin embargo, los daños y las desigualdades están siendo percibidos de manera difusa y distante por muchos ciudadanos. Resulta lejano que la Comisión Europea debata la reintroducción de los herbicidas a base de Glyfosatos (Roundup) en los campos europeos, a pesar de las advertencias de la OMS sobre su probable peligrosidad carcinógena.

Parece ajeno a nosotros que la Comisión Europea, tras el escándalo de las falsas mediciones de consumo y contaminación de ciertas marcas de coches, en lugar de atajar el problema decida cambiar las normas y reglamentos para seguir contaminando las ciudades y acortando la vida de las personas, mientras las multinacionales mantienen sus beneficios.

En España, parece muy lejano e inocente que, desde 2014, el “canarión” Soria haya cambiado la normativa de Baja Tensión eléctrica que regula el suministro a nuestros hogares, subiendo la tensión nominal de la nación desde los 220 máximos hasta los 230 voltios. Lo hizo obedeciendo las sugerencias de las poderosas compañías eléctricas. El resultado acaba de estallar en Comillas (Cantabria – España) hace escasos días.

Comillas bajo hipertensión

Primero fue E-on, el gigante alemán, quien se encargó de rapiñar a los vecinos de Comillas haciendo labores de distribución y comercialización de energía eléctrica. Nada hizo por modernizar una red vecinal decrépita, hasta que E-on se cansó de España y sus miserias, abandonando su mercado y dejando el negocio en manos de un grupo financiero de coreanos y australianos.

Los recién llegados se hicieron con la distribución en Comillas bajo el nombre de Viesgo, S.A. Tras la partida de E-on, la batalla chapucera entre generadoras, distribuidoras y comercializadoras eléctricas presentes en Cantabria (Endesa, Viesgo, EDP, Hiberdrola,…) tuvo repercusiones entre los vecinos de Comillas, creando falsas lecturas de contador, dobles facturaciones, amenazas de cortes de suministro y apagones.

Llegada la estabilidad, los asiáticos de Viesgo decidieron enfrentarse a los problemas de una red eléctrica en Comillas vetusta, con míseros consumos durante el invierno (1.000 residentes) y brutales durante el verano (35.000 residentes). Se imponía seguir gestionando y regulando el suministro de forma atenta, reduciendo la tensión en red en los meses de baja demanda y subirla en la temporada alta. De esta forma, se atendía a la seguridad de los ciudadanos a través de brigadas (subcontratas) de electricistas dedicadas a controlar los transformadores. En resumidas cuentas, de administrar con celo el servicio para no provocar percances peligrosos.

Pero el “canarión” Soria estaba ahí para resolver el caso, aumentando la tensión nominal del país desde los 220 hasta los 230 voltios. La excusa fue permitir que más potencia circulara hasta el enchufe más lejano y sin pérdidas en las conducciones. Cualquier cosa antes que invertir y mermar dividendos.

La trampa de Viesgo estaba clara. En lugar de gestionar la tensión adecuándola a la demanda, renovando los obsoletos Transformadores urbanos (CT) que salpican el entramado de Comillas, o aumentando su número para mejor adecuar la tensión a las necesidades del usuario, se procedió a acoplarles estabilizadores que mandan 240 voltios a la red, a todas horas y en todo momento, en invierno y en verano. Los “picos” esperados, de hasta 250 voltios, no les preocupan. Lo importante es hacer caja en Seul o en Sydney.

Para muchos comillanos el resultado no se hizo esperar. En el edificio vecinal Mary, situado en pleno centro de la villa, la primera noche de abril de 2016 tras el cambio achicharró las pocas bombillas incandescentes que sobrevivían en los hogares. En el portal 1 del edificio la luz de la escalera reventó. Entre los días 15 y 20 de abril, dos microondas, un frigorífico y una lavadora explotaron en cuatro de las siete viviendas existentes en la escalera.

Un hotel de la villa, afortunadamente vacío de huéspedes, comprobó cómo se freía una parte de sus instalaciones, levantando acta notarial de los daños. Otros vecinos eran incapaces de acceder a la energía en sus casas, ya que los diferenciales saltaban constantemente ante tensiones a 240 voltios permanentes y con picos de hasta 246 voltios, viéndose obligados a cambiar los cuadros eléctricos domésticos y renovar enchufes chamuscados. En las casas, el goteo de quema  de electrodomésticos fue implacable.

Las quejas a Viesgo (Riesgo) fueron constantes, pero la multinacional coreano- australiana se defendía esgrimiendo las normativas dictadas en 2014 por el “canarión” Soria, que les autorizaba a electrocutar lo que les ponía por delante. 

Con la tensión estable y permanentemente establecida en 240 voltios, las viviendas más próximas a los transformadores disfrutan ya de 240 voltios en sus cables y enchufes. En cualquier momento, una inevitable subida de tensión hasta los 245 - 250 voltios destruye las máquinas conectadas a la red al instante.

Si no se producen subidas, siempre inevitables por las oscilaciones de la demanda, el simple hecho de hacer trabajar a máquinas y bombillas caseras a 238 - 240 voltios permanentes acortará su vida útil de manera fulminante. En realidad, si a esa gente no les importa acortar la vida humana con pesticidas y aire sucio, hacerlo con las máquinas les produce placer. Así que Comillas vive desde hace semanas en hipertensión. Los aparatos y bombillas están regulados para soportar 220 – 240 voltios, pero las subidas transitorias serán mortales.

Los instaladores electricistas de la comarca conocen el problema, pero temen y callan ante la cascada de averías que se avecina. Todos esconden el lado oscuro que representan 240 voltios permanentes en la red. Ocultan un cableado doméstico viejo y pelado que atiende a electrodomésticos cargados de años. No han pensado en una población de gente mayor, pensionistas de pocos recursos con dificultades para pagar un seguro de hogar que, eventualmente, les compense la segura rotura de su nevera o lavadora. No cuentan con el potencial riesgo de incendio en casas antiguas y con estructura de madera.

Como siempre, las víctimas de las grandes empresas y de sus políticos sicarios siempre son los más necesitados y débiles. La jugada del “canarión” fue maestra. No hay marcha atrás para el consumidor y el responsable final, el tal Soria, espera en casa. Quizá espera una llamada para ocupar un sillón en alguna gran empresa eléctrica o energética.


De momento, sus compañeros de partido le han recibido en Las Palmas de Gran Canaria con aplausos y sonrisas. En los despachos alfombrados, los Consejeros y grandes accionistas de UNESA le aguardan con el Dom Perignon puesto a enfriar en purísima escarcha. A nosotros solo queda recurrir al castigo de abandonar a los coreanos y australianos de Viesgo, contratando a otra compañía eléctrica. Nos va a dar lo mismo, pero si nos roban y nos rompen las cosas, mejor que lo haga uno de los nuestros. Al menos nos entenderá cuando le insultemos.