COMILLAS HIPERTENSA
Hit the road Jack
and don´t you come back
no more, no more, no more, no more,..
La hipertensión en casa y para siempre |
El de arriba es el estribillo que cantaba
el coro de las Raelettes en la canción de Ray Charles. Corría el año 1971 y me
sorprendí hace unos días canturreando ese “coje
la carretera y no vuelvas más”, al saber que el exministro de Industria,
Energía y Turismo, del Partido Popular, José Manuel Soria, dimitía y se retiraba
de la política.
Se iba por mentiroso, pero nos
dejaba a los españoles metidos hasta las rodillas en un charco fangoso, gracias a una de las más nefastas
actuaciones en materia de energía que haya gestionado un ministro del gobierno
español en las últimas décadas. Puede decirse que se va un peligroso enemigo de España y de la
sociedad española, infiltrado en las más altas instancias del país porque se había
sentado, durante años, en la mesa del Consejo de Ministros.
Oriundo de la isla de Gran
Canaria, el enemigo “canarión” ha torpedeado sistemáticamente la independencia
y la seguridad energética de los españoles mediante trampas al desarrollo de
las energías renovables (“impuesto al sol”) e imponiendo tasas a la
autosuficiencia energética y a las baterías de alta capacidad para hogares. Ha llevado
a la ruina a los miles de inversores, españoles y extranjeros que apostaron por
una energía solar propia y nacional. Un enemigo que ha empobrecido a la
población autorizando una gestión eléctrica que multiplica el importe mensual
de las facturas a través de impresentables y nunca explicados costes fijos. Con
el “canarión”, España queda a la cabeza europea en precios de energía
eléctrica.
Su manipulación no es una
excepción en España y en el panorama europeo. Hace más de 35 años que las
grandes corporaciones y grupos financieros partieron al asalto y desguace de
los Estados. Su objetivo era colocar a sus hombres y mujeres en el poder para
sabotear la democracia y los derechos ciudadanos desde dentro, en beneficio de
las empresas.
Su éxito ha sido fulgurante.
Hoy, las mujeres y hombres de las multinacionales copan los centros de decisión
y han conseguido destruir completos entramados sociales (países enteros) o
enviar a la pobreza a amplios sectores de población en Grecia, Portugal, España
o Francia. La campaña de expoliación de la ciudadanía no cesa y el TTIP, el
tratado trasatlántico de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea
actualmente en proceso, es una excelente muestra.
Sin embargo, los daños y las
desigualdades están siendo percibidos de manera difusa y distante por muchos
ciudadanos. Resulta lejano que la Comisión Europea debata la reintroducción de
los herbicidas a base de Glyfosatos (Roundup) en los campos europeos, a pesar
de las advertencias de la OMS sobre su probable peligrosidad carcinógena.
Parece ajeno a nosotros que la
Comisión Europea, tras el escándalo de las falsas mediciones de consumo y
contaminación de ciertas marcas de coches, en lugar de atajar el problema
decida cambiar las normas y reglamentos para seguir contaminando las
ciudades y acortando la vida de las personas, mientras las multinacionales mantienen
sus beneficios.
En España, parece muy lejano e
inocente que, desde 2014, el “canarión” Soria haya cambiado la normativa de
Baja Tensión eléctrica que regula el suministro a nuestros hogares, subiendo la
tensión nominal de la nación desde los 220 máximos hasta los 230 voltios. Lo hizo obedeciendo las sugerencias
de las poderosas compañías eléctricas. El resultado acaba de estallar en
Comillas (Cantabria – España) hace escasos días.
Comillas bajo hipertensión
Primero fue E-on, el gigante
alemán, quien se encargó de rapiñar a los vecinos de Comillas haciendo labores
de distribución y comercialización de energía eléctrica. Nada hizo por
modernizar una red vecinal decrépita, hasta que E-on se cansó de España y sus
miserias, abandonando su mercado y dejando el negocio en manos de un grupo
financiero de coreanos y australianos.
Los recién llegados se
hicieron con la distribución en Comillas bajo el nombre de Viesgo, S.A. Tras la
partida de E-on, la batalla chapucera entre generadoras, distribuidoras y
comercializadoras eléctricas presentes en Cantabria (Endesa, Viesgo, EDP,
Hiberdrola,…) tuvo repercusiones entre los vecinos de Comillas, creando falsas
lecturas de contador, dobles facturaciones, amenazas de cortes de suministro y
apagones.
Llegada la estabilidad, los
asiáticos de Viesgo decidieron enfrentarse a los problemas de una red eléctrica en Comillas vetusta, con míseros consumos durante el invierno (1.000 residentes) y brutales durante el verano
(35.000 residentes). Se imponía seguir gestionando y regulando el suministro de
forma atenta, reduciendo la tensión en red en los meses de baja demanda y
subirla en la temporada alta. De esta forma, se atendía a la seguridad de los
ciudadanos a través de brigadas (subcontratas) de electricistas dedicadas a
controlar los transformadores. En resumidas cuentas, de administrar con celo el
servicio para no provocar percances peligrosos.
Pero el “canarión” Soria
estaba ahí para resolver el caso, aumentando la tensión nominal del país desde
los 220 hasta los 230 voltios. La excusa fue permitir que más potencia circulara
hasta el enchufe más lejano y sin pérdidas en las conducciones. Cualquier cosa
antes que invertir y mermar dividendos.
La trampa de Viesgo estaba
clara. En lugar de gestionar la tensión adecuándola a la demanda, renovando los obsoletos Transformadores urbanos (CT) que salpican el entramado de
Comillas, o aumentando su número para mejor adecuar la tensión a las
necesidades del usuario, se procedió a acoplarles estabilizadores que mandan
240 voltios a la red, a todas horas y en todo momento, en invierno y en verano.
Los “picos” esperados, de hasta 250 voltios, no les preocupan. Lo importante es
hacer caja en Seul o en Sydney.
Para muchos comillanos el
resultado no se hizo esperar. En el edificio vecinal Mary, situado en pleno
centro de la villa, la primera noche de abril de 2016 tras el cambio achicharró
las pocas bombillas incandescentes que sobrevivían en los hogares. En el portal
1 del edificio la luz de la escalera reventó. Entre los días 15 y 20 de
abril, dos microondas, un frigorífico y una lavadora explotaron en cuatro de
las siete viviendas existentes en la escalera.
Un hotel de la villa,
afortunadamente vacío de huéspedes, comprobó cómo se freía una parte de sus
instalaciones, levantando acta notarial de los daños. Otros vecinos eran
incapaces de acceder a la energía en sus casas, ya que los diferenciales
saltaban constantemente ante tensiones a 240 voltios permanentes y con
picos de hasta 246 voltios, viéndose obligados a cambiar los cuadros eléctricos
domésticos y renovar enchufes chamuscados. En las casas, el goteo de quema de electrodomésticos fue implacable.
Las quejas a Viesgo (Riesgo)
fueron constantes, pero la multinacional coreano- australiana se defendía esgrimiendo
las normativas dictadas en 2014 por el “canarión” Soria, que les autorizaba a
electrocutar lo que les ponía por delante.
Con la tensión estable y
permanentemente establecida en 240 voltios, las viviendas más próximas a los
transformadores disfrutan ya de 240 voltios en sus cables y enchufes. En cualquier
momento, una inevitable subida de tensión hasta los 245 - 250 voltios destruye
las máquinas conectadas a la red al instante.
Si no se producen subidas,
siempre inevitables por las oscilaciones de la demanda, el simple hecho de
hacer trabajar a máquinas y bombillas caseras a 238 - 240 voltios permanentes
acortará su vida útil de manera fulminante. En realidad, si a esa gente no les
importa acortar la vida humana con pesticidas y aire sucio, hacerlo con las
máquinas les produce placer. Así que Comillas vive desde hace semanas en
hipertensión. Los aparatos y bombillas están regulados para soportar 220 – 240
voltios, pero las subidas transitorias serán mortales.
Los instaladores electricistas
de la comarca conocen el problema, pero temen y callan ante la cascada de averías
que se avecina. Todos esconden el lado oscuro que representan 240 voltios
permanentes en la red. Ocultan un cableado doméstico viejo y pelado que atiende
a electrodomésticos cargados de años. No han pensado en una población de gente
mayor, pensionistas de pocos recursos con dificultades para pagar un seguro de
hogar que, eventualmente, les compense la segura rotura de su nevera o
lavadora. No cuentan con el potencial riesgo de incendio en casas antiguas y
con estructura de madera.
Como siempre, las víctimas de
las grandes empresas y de sus políticos sicarios siempre son los más
necesitados y débiles. La jugada del “canarión” fue maestra. No hay marcha
atrás para el consumidor y el responsable final, el tal Soria, espera en casa. Quizá espera una llamada para ocupar un sillón en alguna gran empresa eléctrica o energética.
De momento, sus compañeros de
partido le han recibido en Las Palmas de Gran Canaria con aplausos y sonrisas. En
los despachos alfombrados, los Consejeros y grandes accionistas de UNESA le
aguardan con el Dom Perignon puesto a enfriar en purísima escarcha. A nosotros
solo queda recurrir al castigo de abandonar a los coreanos y australianos de
Viesgo, contratando a otra compañía eléctrica. Nos va a dar lo mismo, pero si
nos roban y nos rompen las cosas, mejor que lo haga uno de los nuestros. Al
menos nos entenderá cuando le insultemos.