LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

miércoles, 1 de agosto de 2012


AGUA Y MEDIO AMBIENTE.
Rescate en Berlín


Termina el mes de julio con dos noticias sobre el agua potable. La primera de ellas aparece en la prensa regional de Cantabria (España), a propósito del contencioso entre gestión privada y gestión pública del agua en la ciudad de Torrelavega (55.000 habitantes). La historia, drásticamente resumida, arranca en 1994, cuando el ayuntamiento de Torrelavega adjudicó el 51% de la gestión del ciclo del agua a la empresa privada Aqualia, reservándose el 49% restante.

Las divergencias entre ambos “socios” se sucedieron hasta 2011, resolviéndose con la renuncia de Aqualia y la creación del ente público Aguas de Torrelavega que asumió el 100% de la gestión. Hace una semana, el ayuntamiento anunciaba que los beneficios de la entidad pública en 2012  doblarían (+ 198 %) a los obtenidos en 2011 por el extinto consorcio. Para profundizar en las causas de tanto litigio público/privado en torno al agua de Torrelavega y de otras ciudades habría que llamar a un experto llamado M. Jean – Luc Touly.

Un ciudadano poco corriente
El destino de M. Jean – Luc Touly era alcanzar apaciblemente la jubilación desde su puesto de trabajo en la empresa privada Vivendi de gestión del agua (la actual Veolia). Pero, como técnico intermedio de la importante compañía, por las manos de M. Touly pasaban cientos de documentos que, lamentablemente, generaban dolorosas escoceduras en su sentido de la decencia. M. Touly debió pasar noches en blanco, atormentado por algunos de los tortuosos procedimientos empresariales que aparecían reflejados en los documentos.

M. Jean-Luc Touly 

En su ánimo pugnarían la lealtad debida al empleador, contra la lealtad hacia el ciudadano consumidor. Hacia el año 2002, M. Touly  tomó partido por la segunda opción, posiblemente al considerar que la misión de Vivendi afectaba a un servicio público fundamental. Entonces recurrió a un amigo periodista para, juntos, escribir un libro.

Portada del libro de Touly
Lo titularon “L´Eau de Vivendi” (El agua de Vivendi) y salió a la calle en 2003. Subtitularon la obra como “Les verités inavouables” (Las verdades inconfesables), añadieron la frase “Plongée dans les abysses de l´Empire” (Inmersión en los abismos del Imperio) y esperaron reacciones. No hay que decir que arrasaron en ventas y levantaron ampollas en la empresa Vivendi. Evidentemente, M. Touly fue despedido de Vivendi en el año 2004  acusado de deslealtad.

La publicación abrió un mundo desconocido entre los europeos al exhibir, aportando la documentación pertinente, pecaminosas prácticas de empresas privadas que gestionan el agua, como los enriquecimientos vertiginosos de altos cargos, las fugas de capital, la ocultación fraudulenta de beneficios y de las cuentas, la corrupción y manipulación de políticos, la creación de contratos rellenos de secretos, así como excesos y extras injustificablemente introducidos en las tarifas y facturas del agua.

Las revelaciones del libro "L´Eau de Vivendi" socavaron la imagen de
la empresa Vivendi entre los habitantes de París. Fuentes del Trocadero, al pie de la torre Eiffel

El mayor escándalo denunciado por el libro afectó a un grupo de ayuntamientos de la región Île de France (en el entorno de París). Las comunidades habían estado aportando fondos a Vivendi durante años para que la empresa dispusiera de un aprovisionamiento de dinero público con el que renovar las redes de distribución. Esos fondos habían ido a parar a paraísos fiscales (off shore), evadiendo la Hacienda francesa.

Los ciudadanos de París y su región, hasta entonces ciegos, sordos y mudos, descubrieron que los márgenes de beneficio de algunas de las empresas privadas gigantes del agua, como la CGE (Compagnie Générale des Eaux - Vivendi – Veolia) o la Lyonnaise des Eaux (Suez), podían alcanzar entre el 26 % y el 42 % de la cifra de negocio.

El impacto en la opinión pública fue tan contundente que, tras la salida de M. Jacques Chirac del ayuntamiento de París, la capital francesa terminó por deshacerse de Vivendi como gestor de sus aguas. Tras constituirse la entidad pública Aguas de París, actualmente en funcionamiento, la factura de los consumidores descendió un 20% a las pocas semanas de la municipalización. La entidad ahorra unos 30 millones de euros anuales (1).

La colaboración de Veolia con el gobierno de Israel y sus asentamientos
 (colonias), declarados ilegales por Naciones Unidas, no ayudan a la empresa
francesa a ampliar su red de amistades. En la foto, el tranvía construido por Veolia
en la zona ocupada de Jerusalem.

Hubo otras señaladas irregularidades en la gestión privada del agua. En Burdeos, cuyas aguas eran gestionadas por Lyonnaise des Eaux (Suez), una investigación interna del año 2006 descubrió 233 millones de euros indebidamente cobrados por la empresa en las facturas a los ciudadanos. La cantidad fue reclamada y el ayuntamiento obligó a que esa suma se dedicara a renovar redes, y reducir las facturas y bajar  las tarifas.

Después de París, es Berlín quien municipaliza sus aguas

Berlín se libera
La segunda noticia del mes de julio, y que justifica esta “entrada” en el blog, llega desde Berlín y su región. En 1998, la ciudad había adjudicado la gestión de sus aguas al consorcio privado formado por la empresa RWE (Rheinisch – Westfälisches Elektrizitätswerk (AG), con sede en Essen y cubriendo el 75% del contrato, y por la empresa francesa Veolia con el 25% restante.  Se trataba de un contrato a 30 años cuyos pormenores, al parecer, no se hicieron todo lo públicos que se hubiera sido deseable. En febrero de 2011, la iniciativa ciudadana Berliner Wassertish (apoyada por Partidos Piratas y grupos ecologistas) estimuló la celebración de un referéndum local para exigir la publicación íntegra de los contratos del agua de Berlín con RWE y Veolia. El referéndum obtuvo una baja participación, pero consiguió el 98,2 % de votos afirmativos (2).

La Rotes Rathaus, sede del Senado de Berlín

La luz pública sobre los contratos expuso una colección de cláusulas secretas y confidenciales que molestaron a la población. El Senado de Berlín, en su reunión del 17 de julio de 2012, acaba de denunciar dicho contrato y recuperado el 75% de la gestión adjudicada a RWE. La otra empresa, Veolia, desea desprenderse de su 25% cuanto antes (es posible que ya lo haya hecho). Los grupos ciudadanos protagonistas de la iniciativa berlinesa preparan otra que persigue la gestión pública integral de la energía, actualmente depositada, en buena medida, en manos de intereses privados.

¿Se puede extraer una enseñanza de todo lo anterior? Posiblemente sí. Para algunos observadores, la actual crisis económica puede desembocar en una crisis del sistema democrático y de libertades. Sería la culminación del proceso de “Asalto al Estado” y a sus instituciones, iniciado en la década de los noventa por intereses privados financieros y empresariales. Un proceso de "privatización" de la "cosa pública" que puede conducir a que seamos gobernados desde las empresas y desde intereses privados. Semejante fracaso social solamente podría conjurarse a través de la acción ciudadana y con la implantación, o potenciación, de una democracia directa y participativa en los estados miembros de la Unión Europea.