AGUA Y MEDIO AMBIENTE.
Rescate en Berlín
Termina el mes de julio con
dos noticias sobre el agua potable. La primera de ellas aparece en la prensa
regional de Cantabria (España), a propósito del contencioso entre gestión
privada y gestión pública del agua en la ciudad de Torrelavega (55.000
habitantes). La historia, drásticamente resumida, arranca en 1994, cuando el
ayuntamiento de Torrelavega adjudicó el 51% de la gestión del ciclo del agua a
la empresa privada Aqualia, reservándose el 49% restante.
Las divergencias entre ambos “socios”
se sucedieron hasta 2011, resolviéndose con la renuncia de Aqualia y la creación
del ente público Aguas de Torrelavega que asumió el 100% de la gestión. Hace una
semana, el ayuntamiento anunciaba que los beneficios de la entidad pública en
2012 doblarían (+ 198 %) a los obtenidos
en 2011 por el extinto consorcio. Para profundizar en las causas de tanto litigio
público/privado en torno al agua de Torrelavega y de otras ciudades habría que
llamar a un experto llamado M. Jean – Luc Touly.
Un ciudadano poco corriente
El destino de M. Jean – Luc
Touly era alcanzar apaciblemente la jubilación desde su puesto de trabajo en la
empresa privada Vivendi de gestión del agua (la actual Veolia). Pero, como
técnico intermedio de la importante compañía, por las manos de M. Touly pasaban
cientos de documentos que, lamentablemente, generaban dolorosas escoceduras en
su sentido de la decencia. M. Touly debió pasar noches en blanco, atormentado
por algunos de los tortuosos procedimientos empresariales que aparecían reflejados en los
documentos.
M. Jean-Luc Touly |
En su ánimo pugnarían la
lealtad debida al empleador, contra la lealtad hacia el ciudadano consumidor. Hacia
el año 2002, M. Touly tomó partido por
la segunda opción, posiblemente al considerar que la misión de Vivendi afectaba
a un servicio público fundamental. Entonces recurrió a un amigo periodista para,
juntos, escribir un libro.
Portada del libro de Touly |
Lo titularon “L´Eau de Vivendi” (El agua de Vivendi)
y salió a la calle en 2003. Subtitularon la obra como “Les verités inavouables” (Las verdades inconfesables), añadieron
la frase “Plongée dans les abysses de
l´Empire” (Inmersión en los abismos del Imperio) y esperaron reacciones. No
hay que decir que arrasaron en ventas y levantaron ampollas en la empresa
Vivendi. Evidentemente, M. Touly fue despedido de Vivendi en el año 2004 acusado de deslealtad.
La publicación abrió un mundo desconocido
entre los europeos al exhibir, aportando la documentación pertinente, pecaminosas
prácticas de empresas privadas que gestionan el agua, como los enriquecimientos
vertiginosos de altos cargos, las fugas de capital, la ocultación fraudulenta
de beneficios y de las cuentas, la corrupción y manipulación de políticos, la creación
de contratos rellenos de secretos, así como excesos y extras injustificablemente
introducidos en las tarifas y facturas del agua.
Las revelaciones del libro "L´Eau de Vivendi" socavaron la imagen de la empresa Vivendi entre los habitantes de París. Fuentes del Trocadero, al pie de la torre Eiffel |
El mayor escándalo denunciado por
el libro afectó a un grupo de ayuntamientos de la región Île de France (en el
entorno de París). Las comunidades habían estado aportando fondos a Vivendi
durante años para que la empresa dispusiera de un aprovisionamiento de dinero
público con el que renovar las redes de distribución. Esos fondos habían ido a
parar a paraísos fiscales (off shore), evadiendo la Hacienda francesa.
Los ciudadanos de París y su
región, hasta entonces ciegos, sordos y mudos, descubrieron que los márgenes de
beneficio de algunas de las empresas privadas gigantes del agua, como la CGE (Compagnie Générale des Eaux - Vivendi –
Veolia) o la Lyonnaise des Eaux (Suez),
podían alcanzar entre el 26 % y el 42 % de la cifra de negocio.
El impacto en la opinión pública fue tan contundente
que, tras la salida de M. Jacques Chirac del ayuntamiento de París, la capital
francesa terminó por deshacerse de Vivendi como gestor de sus aguas. Tras constituirse la
entidad pública Aguas de París, actualmente en funcionamiento, la factura de los
consumidores descendió un 20% a las pocas semanas de la municipalización. La
entidad ahorra unos 30 millones de euros anuales (1).
Después de París, es Berlín quien municipaliza sus aguas |
Berlín se libera
La segunda noticia del mes
de julio, y que justifica esta “entrada” en el blog, llega desde Berlín y su
región. En 1998, la ciudad había adjudicado la gestión de sus aguas al
consorcio privado formado por la empresa RWE (Rheinisch – Westfälisches Elektrizitätswerk (AG), con sede en
Essen y cubriendo el 75% del contrato, y por la empresa francesa Veolia con el
25% restante. Se trataba de un contrato
a 30 años cuyos pormenores, al parecer, no se hicieron todo lo públicos que se hubiera sido deseable. En febrero de 2011, la
iniciativa ciudadana Berliner Wassertish
(apoyada por Partidos Piratas y grupos ecologistas) estimuló la celebración
de un referéndum local para exigir la publicación íntegra de los contratos del
agua de Berlín con RWE y Veolia. El referéndum obtuvo una baja participación, pero consiguió el 98,2 % de votos afirmativos (2).
La Rotes Rathaus, sede del Senado de Berlín |
La luz pública sobre los contratos expuso
una colección de cláusulas secretas y confidenciales que molestaron a la
población. El Senado de Berlín, en su reunión del 17 de julio de 2012, acaba de
denunciar dicho contrato y recuperado el 75% de la gestión adjudicada a RWE.
La otra empresa, Veolia, desea desprenderse de su 25% cuanto antes (es posible
que ya lo haya hecho). Los grupos ciudadanos protagonistas de la iniciativa
berlinesa preparan otra que persigue la gestión pública integral de la energía,
actualmente depositada, en buena medida, en manos de intereses privados.
¿Se puede extraer una enseñanza de todo lo anterior? Posiblemente sí. Para algunos observadores, la
actual crisis económica puede desembocar en una crisis del sistema democrático
y de libertades. Sería la culminación del proceso de “Asalto al Estado” y a sus
instituciones, iniciado en la década de los noventa por intereses privados
financieros y empresariales. Un proceso de "privatización" de la "cosa pública" que puede conducir a que seamos gobernados desde las empresas y desde intereses privados. Semejante fracaso social solamente podría conjurarse
a través de la acción ciudadana y con la implantación, o potenciación, de una
democracia directa y participativa en los estados miembros de la Unión Europea.