LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

viernes, 6 de mayo de 2016

EUROPA DESNORTADA
La naturaleza y el hombre entran en guerra 
... y nosotros somos los perdedores


Viviendas alcanzadas por el fuego forestal en Fort MacMurray (Canada)

Esta mañana, 6 de mayo de 2016, leo en la portada de Le Monde (versión digital) un gran titular: La población europea, desorientada, vuelve los ojos hacia el Papa Francisco. La supuesta gran noticia se ilustra con una fotografía del pontífice argentino.

A media mañana, el lamentable titular había desaparecido, siendo reemplazado por un mediocre artículo lleno de obviedades y firmado, en comandita, por el Presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, y el Presidente del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schulz, con motivo del Premio Carlomagno 2016 concedido al Papa.

« L’âme de l’Europe, ce sont ses valeurs ; c’est ce que le pape veut nous rappeler »
« El alma de Europa son sus valores ; es lo que el Papa quiere recordarnos”

La sentida frase es empleada por dos dirigentes europeos del más alto nivel que han sido incapaces de oponerse a la ruina de los supuestos valores europeos, como la Carta de los Derechos del Hombre, el laicismo, las libertades individuales, la tolerancia, la pluralidad, las políticas sociales, el Estado del Bienestar,… la Democracia (con mayúscula).

Incapaces de contener el “desnorte”, la “desorientación” y el desánimo entre la ciudadanía europea, los dos firmantes vienen haciendo todo lo posible por estimular la destrucción de esos valores ¿Cómo lo hacen? Es fácil: sacrificándolos en el altar de los mercados y los beneficios. Arrinconándolos para favorecer a las empresas.


Incendios en Alberta

Si en algo se caracteriza la Europa del siglo XXI es por haber abandonado las políticas sociales y la defensa de los débiles: desempleo, desigualdad, corrupción, favores fiscales a los poderosos, recortes sociales, privatizaciones de servicios y bienes públicos, mentira política, oscurantismo informativo, retrocesos de la libertad de expresión, desmontaje del acerbo ambiental comunitario, proliferación de moléculas químicas sin control, relajación de las normas anticontaminación, extensión de la intolerancia,…

¿Europa desorientada? Es posible. Pero si existe cierta alarma social y confusión es entre los sectores más conservadores y capitalistas. Se empieza a desatar entre quienes defienden el ominoso acuerdo de libre comercio entre Europa y USA, el TTIP, que antepone los beneficios empresariales a la seguridad alimentaria, la salud humana y la protección de la Naturaleza. Hay inquietud entre quienes se han dedicado a diseñar sistemas para que las grandes empresas tributen en paraísos fiscales (Luxleaks), los creadores de amnistías fiscales, quienes escuchan a los lobbies antes que a los ciudadanos y aquéllos que mienten a la población de manera compulsiva.

El origen del ligero escalofrío que recorre los despachos y salones mejor alfombrados, es el rumor de una queja creciente y difusa. Parece que se concreta en movimientos ciudadanos como Podemos en España, “La Nuit Débout” en Francia o Pegida en Alemania. Verdaderamente, la supuesta desorientación empieza a encontrar refugio en los extremos, ya sea en el nazismo que rebrota en la Europa del norte o en la izquierda radical que se afianza en la Europa del sur.

Los problemas a los que se enfrenta la sociedad humana son tan colosales que algunos recurren al misticismo y encuentran en el Papa un cierto referente. Recuerdan que Francisco I se apiada de los refugiados, amonesta a quienes destruyen el medio ambiente, se preocupa por el cambio climático,… Pero no es el Papa quien debe resolver los problemas, sino los políticos de todo pelo y condición. Mal asunto, ya que suelen ser seleccionados por las empresas y corporaciones de entre los más torpes, obtusos, mansos o podridos para encabezar listas electorales por todo el mundo, incluidas las dictaduras.


Hecatombre de vida marina en la costa central de Viernam el 20 de abril de 2016

A propósito de dictaduras. Después de leer atónito los titulares de Le Monde, me informo de los millones de peces muertos que han tapizado 200 km de costa en Vietnam e finales de abril. El régimen comunista de Hanoi, hipnotizado por el desarrollo sucio de China, había adjudicado a una empresa de Taiwan la construcción de una acería, llamada Formosa, cerca de Hué. Con el emisario submarino de la factoría averiado, la empresa importó 300 toneladas de venenos químicos para limpiar los 1.000 metros de recorrido del emisario, destruyendo de paso la vida marina en cientos de kilómetros cuadrados y arruinando las pesquerías de la gente más pobre.

Un alto dirigente de la acería, de forma estúpida y retadora, se atrevió a decir “Habría que preguntar a los vietnamitas si prefieren tener peces o disfrutar de una acería ultramoderna”. Mal asunto para el gobierno comunista, olvidando en su día que se estaba enredando con gente desalmada.

Después de ver las fotos de manifestantes (¡) vietnamitas por las calles de Ciudad Ho Chi Min y de Hanoi, contemplo el infierno desatado en el Estado de Alberta (Canadá), con la ciudad de Fort MacMurray cercada por un incendio forestal que ya ha abrasado 90.000 Hectáreas. En estos momentos la urbe está siendo evacuada en masa por el ejército, después de refugiarse por unos días en los páramos petrolíferos de la zona.

Es interesante señalar que Fort MacMurray es el epicentro de las arenas y esquistos bituminosos de Canadá, en ruina y paro técnico desde que los sauditas venden el barril de crudo a 40 dólares. El cambio climático, con el petróleo como protagonista distinguido, ha sumido a la región petrolífera de Alberta en una primavera reseca y ardiente, ayudando a que los incendios destruyan el ya maltrecho territorio. Quizá los desafortunados habitantes de Fort MacMurray, desorientados, vuelvan sus ojos enrojecidos por el humo hacia el Papa.