LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

lunes, 26 de agosto de 2013

UN ARRECIFE EN GIBRALTAR
72 bloques de hormigón y otras piedras


Llevaba unos días buscando información sobre ese “arrecife artificial” que tanto ha animado las relaciones entre el Reino de España y el llamado Reino Unido. Ahora, con las pasiones patrióticas algo más templadas, creo haber reunido algunas de las piezas “ambientales” de este vaporoso conflicto. Con  ellas me he puesto a construir este corto relato acerca de la inigualable bahía de Algeciras.

En el año 1772, reinando en España Carlos III, un viajero británico llamado M. Francis Carter describía la bahía de Algeciras (Gibraltar Bay) en sus cartas. El precoz turista hablaba de un maravilloso enclave desbordante de peces y seres marinos de todas las especies imaginables, donde los delfines brincaban felices fuera del agua y se acercaban hasta la desembocadura del Guadarranque para jugar en las olas. La verdad es que la gran bahía reunía todas las condiciones para ser un paraíso ecológico asomado al mágico estrecho de Gibraltar, por el que transitaban rebaños de ballenas y de orcas, estacionales hordas de serviolas, peces limón y peces espada, apabullantes “golpes” de atunes rojos compuestos por miles de ejemplares cuya captura engrosaba la incalculable fortuna de potentados almadraberos, como los Duques de Medina Sidonia y de Medinaceli.


Rellenos españoles en la bahía de Algeciras
Al fondo, la colonia de Gibraltar

241 años después de la visita de Francis Carter, la bahía de Algeciras conserva casi toda su magia. Todavía se asoman a sus aguas, aunque sin atreverse a penetrar en ellas, grupos dispersos de delfines. Algunas ballenas y orcas todavía desfilan por las aguas del Estrecho, aunque embrutecidas por el estruendo de los 100.000 buques que por aquí transitan cada año. En las profundidades del Estrecho merodea el “voraz”, el besugo sureño que mantiene a los palangreros de Tarifa y a los asadores de Getaria (Gupúzcoa – España). A pesar del acoso de palangreros y cerqueros mediterráneos, los atunes y las melvas siguen cayendo en las milenarias almadrabas gaditanas.

A mediados del siglo XX el paisaje terrestre cambió y los ecosistemas marinos empezaron a sufrir presiones. Una enorme petroquímica y una potente industria metalúrgica, con refinería de petróleo incluida, ocuparon el hinterland de la bahía y emponzoñaron su atmósfera. Durante siglos, Algeciras ha estado destilando sus aguas fecales en plena bahía (todavía lo hacía en 2011 a la altura de la Isla Verde). Gibraltar ha enviado regularmente sus basuras urbanas y otras miserias residuales directamente al agua. El tráfico aéreo del aeropuerto gibraltareño es una amenaza constante para la gigantesca migración de aves entre Europa y África que sobrevuela el Peñón y el monte Musa.


Bahía de Algeciras. Abajo, las zonas industriales. A la derecha, el puerto Hub de tráfico contenerizado ganado al mar

Dentro de la bahía, los rellenos ciclópeos han transformado Algeciras en un puerto Hub internacional de contenedores y un terminal petrolero y químico. Los miles de buques que circulan por el Estrecho tienen en la bahía una estación de repostaje (“bunkering”) que ensucia periódicamente las aguas con hidrocarburos pesados. En estas condiciones, la pesca en el interior de la bahía se ha reducido a una actividad artesanal y meramente testimonial. El puerto pesquero de Algeciras y su Lonja, antes vibrante de actividad, se encuentra en estado agónico, sin acceso a los caladeros marroquíes, con las aguas circundantes esquilmadas y con la bahía saturada de buques mercantes.

Nace un arrecife

Dos siglos después de que el viajero inglés M. Francis Carter  asomara la nariz por la bahía de Algeciras, el ornitólogo y ambientalista M. Eric Shaw decidió algo inédito: hundir voluntariamente una pila de neumáticos viejos en la cabecera de la pista del aeropuerto de Gibraltar, pegado al dique de abrigo del puerto de La Línea y al borde mismo de la frontera (ver foto satélite). En ese lugar, los fondos marinos eran una estéril llanura de arena fangosa que Shaw intentaba modificar de manera experimental. El arrecife artificial de Gibraltar fue el primero que se instaló en Europa y el conservacionista siguió arrojando en el lugar un viejo Mercedes, seguido de embarcaciones menores, gabarras y plataformas desvencijadas durante los siguientes cuarenta años hasta sumar 30 artefactos hundidos. Hoy es uno de los arrecifes artificiales más extensos de Europa.


Situación del llamado Gibraltar Reef (en blanco), creado en 1973.

Los pescadores artesanales de La Línea pronto comprobaron que pescar cerca del arrecife de los “llanitos” (1) era provechoso, al encontrarse con un criadero que aportaba la cuarta parte de todo el pescado capturado en la bahía. Según asegura M. Eric Shaw, en la zona recubierta por sus chatarras y cubiertas abundan gorgonias, corales (¿), atunes, pargos, lubinas, langostas, murenas y pulpos. Un criadero que, según afirma, ha venido beneficiando a los pescadores locales.

Al parecer, en este verano de 2013, la asociación benéfica  “Helping Hands Trust” ha decidido potenciar el proyecto de Shaw, financiando la fabricación (en España), transporte y posterior vertido de 72 bloques de hormigón para que potencien y, supuestamente, aumenten la extensión del veterano arrecife artificial (2). De cada bloque sobresalen hierros que, al caer sobre el fondo unos encima de otros, ayudan a crear oquedades donde se cobijan las especies, al tiempo que enganchan las redes de enmalle de los pescadores que se arriman en exceso al arrecife. A partir de este momento se ha organizado un animado conflicto pesquero-ambiental-diplomático-histórico que vuelve a desempolvar el vetusto Tratado de Utrech (1713). Un Tratado por el que el Reino de España cedía a la Gran Bretaña la completa y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, junto con la muralla, el puerto, fortificaciones y fortines anexos,… para siempre (for ever).


Las arenas de Valdevaqueros se venden en Gibraltar

En el centro de la polémica que enfrenta a políticos españoles y británicos, aunque no a la mayoría de los ciudadanos que tiene cosas mucho más graves y personales por las que preocuparse, están las supuestas aguas “territoriales” de Gibraltar. Lo de las aguas territoriales tiene miga (chispa, enjundia, guasa, salero, bemoles). Hace un par de días, el grupo ecologista “Verdemar” de Tarifa (Cádiz – España) recordaba al personal que algunos españoles del gremio “político-empresarial” habían hecho supuestas trampas en la venta de arena. No era cualquier arena, sino la de la playa de Valdevaqueros, joya ambiental del Estrecho de Gibraltar. Según decían, la arena extraída se destinaba a rellenar el mar en la costa oriental del Peñón de Gibraltar, para así aumentar la superficie de la colonia (a costa de nuestras aguas territoriales) y construir sobre el relleno artificial un bonito centro turístico y de ocio.

El primer proyecto, bautizado como Sovereign Bay, situado el Este del Peñón de Gibraltar.
Para su construcción se necesitarían ingentes cantidades de rocas y arenas.

Al parecer, las denuncias de “Verdemar” sobre  esas presuntas manipulaciones de la arena por parte del Ayuntamiento de Tarifa (Partido Popular), presentada ante los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Medio Ambiente del Reino de España (Partido Popular), no habían obtenido respuesta. Los ecologistas de “Verdemar” no entraban en cuestiones políticas, sino en un supuesto fraude contable que estaba mermando las reservas de arena en Tarifa y sus atractivos ambientales. Ellos iban a lo suyo: defender el entorno de Tarifa permanentemente amenazado por el sector de la construcción.

Al parecer, en el presunto chanchullo arenero había empresarios y políticos, tanto españoles como gibraltareños, unidos amorosa y tiernamente en esa maravillosa y común pasión por los Euros y las Libras Esterlinas que no entiende de fronteras, tratados y aguas territoriales. La cosa no quedó ahí, ya que la denuncia de “Verdemar” ha desvelado que las autoridades españolas no han puesto el menor obstáculo a que Gibraltar importara, desde España, grandes piedras con las que construir el dique de contención del mencionado relleno marino. Al parecer, hace unos días el Reino de España ha decidido prohibir ese interesante tráfico fronterizo de grandes rocas. Lo que ignoramos es si la prohibición no llega demasiado tarde y si la ocupación de las aguas territoriales españolas es un hecho inevitable e irreversible.


El proyecto Cape Vantage, que sustituye al anterior (Sovereing Bay)
El primer dique ya ha sido comenzado. Se prevé la construcción de 2.500
viviendas, 21.000 metros cuadrados de Hotel (Jones Lang La Salle Hotels - Madrid) y
unos 20.000 metros cuadrados de zonas comerciales. El complejo, como un Gibraltar 2, ocuparía aguas
"territoriales" de Gibraltar.

Quedamos todos expectantes por saber si el Reino de España va a exigir al Reino Unido que, además de retirar los bloques (españoles) del arrecife artificial de M. Shaw, exija con mucha mayor firmeza la retirada de las rocas y arenas (españolas) vertidas al otro lado del Peñón para construir una gran urbanización que, además de aumentar la superficie terrestre de la colonia  ampliaría sus presuntas aguas “territoriales” a expensas de las españolas
No me digan que todo este “sarao” no es una preciosidad.

Día 16 de septiembre

El verano ha pasado y nos acercamos al otoño. La euforia nacionalista parece templada por el paso del tiempo. Los bloques de hormigón han dejado de ser noticia y el Tratado de Utrech ha vuelto a los cajones. Ya no se habla de aguas territoriales o de ataque a la soberanía del Reino de España. Del gran revuelo estival solamente queda el desconsuelo por unos pescadores que "no pueden faenar" y que mantienen amarradas sus embarcaciones en el puerto de La Línea. Aunque el amarre parece tener otros motivos, como cierto retraso en el abono de ciertas subvenciones y ayudas por parte de las administraciones españolas.

Entre tanto, el arrecife de M. Eric Shaw, con su reciente mejora y ampliación, seguirá produciendo y generando interesantes espectativas de capturas a los pescadores de la bahía de Algeciras. Por la frontera han dejado de transitar camiones cargados de arena y rocas españolas destinados al proyecto Cap Vantage ¿Se ha detenido la obra? Seguramente no. Simplemente se estarán buscando nuevas fuentes de aprovisionamiento en arena y piedras en el cercano Marruecos. La macrourbanización saldrá más cara, pero eso no amedrenta a los promotores hispano - gibraltareños. La "bronca" entre M. Rajoy y M. Cameron se irá suavizando. Dentro de unas semanas, los pescadores de La Línea volverán a la largar sus enmalles al costado del arrecife para seguir pescando como siempre. Tal y como lo vienen haciendo desde hace 40 años.

Novedades. 23 de octubre

El proyecto de ampliación del territorio de Gibraltar avanza, lento y cauteloso, pero sin pausas. De momento, el proyecto tiene un nuevo nombre: Sandy Bay. Se ha construido una larga hilera de "adosados" peligrosamente cerca de la orilla. Cuando sopla el Levante, azote climático de la zona, debe entrar el agua hasta debajo de las almohadas. Por eso, la "defensa" de unas viviendas, que jamás debieron construirse en esta zona de riesgo máximo, necesitaría de rellenos y espacio de amortiguación. Es lo que venden ahora los responsables de la colonia.


La urbanización Sandy Bay, a punto de quedarse sin arena
y perder la razón de su bonito nombre

Ya no llegan rocas desde España, pero se aprestan a venir desde Portugal (Faro). La apreciada e insustituíble arena de Valdevaqueros (3.000 toneladas vendidas por el ayuntamiento de Tarifa), está almacenada a pie de obra para extenderse en cuanto se cierren los diques que una empresa holandesa construye a buen ritmo, y antes de que entre el invierno y los malos tiempos. 

La solución para evitar que el mar se lleve las casitas y hacer frente a la Catástrofe Climática.
Si la obra es únicamente de defensa costera, en Gibraltar hay los mismos idiotas que en otras latitudes. Construir casi encima del agua y luego tener que remediar la chapuza con diques y rellenos.
Sin embargo, detrás de esto hay más casitas y una ampliación ilegal del territorio colonial a expensas de España.

(1)  Nombre por el que se conoce en la bahía a los habitantes de la colonia británica de Gibraltar.

(2)  Sobre fabricación de bloques de hormigón saben una barbaridad los pescadores de Algeciras, Tarifa y su entorno. Son profusamente utilizados en la pesca del besugo (Voraz), al servir como tremenda plomada que hunde velozmente los palangres verticales, largados en pleno Estrecho hasta los 200 metros de profundidad. Las fábricas locales españolas de bloques son muy activas, ya que en cada largada del aparejo se pierde para siempre el bloque usado. Esto quiere decir que el mayor arrecife artificial de bloques creado en esa zona es el que diariamente construyen los pescadores del “voraz” en medio del Estrecho de Gibraltar.