PESCA INSOSTENIBLE
Mejorando lo presente
Los Consejos europeos de
ministros de pesca de diciembre deciden las cuotas pesqueras del siguiente año
y suelen concluir a horas intempestivas. La de 2012 parece haber finalizado
como las anteriores; satisfacción contenida de ministros, alivio de la Comisión
Europea al quitarse de encima el “muerto” y mosqueo de los conservacionistas.
La Comisaria de Asuntos Marítimos y Pesca, Maria Damanaki, aseguraba tras la
reunión que, gracias al acuerdo para 2013, “podemos tener stocks (de peces) saludables, más trabajo y más ingresos para las comunidades costeras”.
Uno de los más destacados
biólogos marinos europeos, especializado en pesquerías mediterráneas, Jordi
Lleonart (Instituto de Ciencias Marinas – CSIC - España), me explicaba hace un
año que los científicos (CIEM) recomiendan al Consejo las cantidades a pescar de cada
especie y caladero. Pero apuntaba que la “señal” biológica y científica enviada
a Bruselas se mete en el saco de las decisiones revuelta con otras muchas señales,
como el empleo, las subvenciones, los beneficios empresariales, el progreso, la
ambición nacional o las presiones del lobby industrial. Al final, son muchos los
factores que modelan las reglas de juego sobre las aguas comunitarias.
Abertura del copo a bordo de un arrastrero europeo |
Para el año 2013 la Comisión planteaban
cuotas restrictivas y recortes duros, ante la percepción de que el 78% de los
stocks conocidos (el triste 35% del total) estaba sometido a capturas
excesivas. En la reunión, también planearía el desconocimiento de lo que está
sucediendo con el otro 65% de las especies comerciales marinas europeas. El
resultado es que, de nuevo, la mitad de las cuotas aprobadas sobrepasan las
recomendaciones científicas. Pero, con todo, hay ciertos avances hacia la
sostenibilidad y la vaga sensación de que el sector de la pesca europea empieza
a fracturarse.
Hace más de treinta años que los pescadores
artesanales y pobres de India, Ecuador, Indonesia o Senegal cerraban filas para
defender su único modo de vida, amenazado por la pesca industrial y las flotas
arrastreras internacionales. La batalla sigue tronando y se extiende a Europa.
Es suficiente hablar con un pescador artesanal que se dedique a la pesca de merluza
con anzuelo en el golfo de Vizcaya. Dirá que los arrastreros industriales, después de 15 horas de “corrida” por los fondos marinos, colmatan los fondos de los copos con hasta 40 kilos de merluzas aplastadas y
deshechas. De ellas solo se pueden aprovechar las cocochas y las huevas.
La timidez y la mediocridad de la
Unión Europea se han puesto de manifiesto otra vez. Es muy posible que los
caladeros atlánticos comunitarios sobrevivan, pero lo harán en niveles de
subsistencia. Al igual de lo sucedido en el Mediterráneo, en el Atlántico Norte
no se alcanzará un Rendimiento Máximo Sostenible (RMS), sino un Rendimiento
Mínimo Sostenible. Se llegará a la “insostenibilidad
sostenible”, tal y como suele calificar J. Lleonart a algunas pesquerías
mediterráneas.
Entre tanto, el Parlamento
Europeo, en su sesión del 18 de diciembre de 2012, ha aprobado dos proyectos de
resolución: la generalización del RMS y la prohibición de los descartes. La resistencia a la implantación de estos dos principios de la reformada política
pesquera es muy fuerte. Para algunos pescadores industriales, los RMS les
condenarían a la precariedad. Para muchos pescadores artesanales, la obligación
de traer a tierra TODO lo que sale en redes y aparejos haría "demasiado" visible e incómodo el daño que causa el arrastre en los ecosistemas marinos. Para los
industriales, en tierra no hay infraestructuras que aprovechen los descartes
desembarcados (harina de pescado para la acuicultura).
El super arrastrero "Maartje Theadora". La mayoría de los grandes depredadores abanderados en la Unión Europea recibe sustanciosas ayudas financieras. |
De momento, el modelo de pesca permanece
y se limita a implantar ligeras limitaciones en pesquerías asfixiadas. En 2013,
la pesca seguirá siendo un sector económico plagado de anomalías al estar fuertemente
subvencionado por capital público en una Europa mayoritariamente neoliberal
que, sin embargo, adora la iniciativa privada y desconfía del Estado. Con los crónicos
y bajos niveles de capturas, es imposible que la pesca europea sobreviva y compita
en un mercado libre, abierto y globalizado. La contradicción está servida.