TORRELAVEGA EN CHINA
Quien contamina… ¿paga?
La ciudad de
Torrelavega (Cantabria - España) está oficialmente hermanada con cuatro villas. Su hermanamiento (“twinning”)
con la bella Rochefort (Francia) es una cuestión de prestigio. El correspondiente
a La Habana es un asunto de sentimiento histórico y recuerdo de tantos lazos
indianos. El hermanamiento con Louga (Senegal) tiene algo que ver con la
existencia de un importante mercado de ganado en este pueblo, de menos de 2.000
habitantes, plantado en medio del Sahel. Finalmente, el hermanamiento de
Torrelavega con el enclave de Zug (Sahara Occidental) es una manifestación de
solidaridad con el pueblo saharaui.
Mucho nos tememos que a
Torrelavega le conviene hermanarse con otra ciudad. Ese quinto hermanamiento
debería realizarse con alguna urbe industrial de China, como Guangzhou o
Shenzhen, ahogadas por la contaminación. Así, Torrelavega tendría la
oportunidad de comentar con sus hermanos chinos las ventajas del desarrollo
sucio y la delicia de triturar el medio ambiente sin tantas normas ambientales
y sin tanta pamplina ecológica europea.
¿Cínismo?... Tenemos la
tendencia a confundir cinismo con lucidez. Recuerdo aquél camión cisterna que
se estrelló, el 26 de julio de 1998, en la autovía a la entrada de Torrelavega
derramando 32.000 litros de gasóleo al río Besaya. El entonces Consejero de
Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria, D. José Luis Gil, minimizó las
consecuencias del vertido en aquel punto del río, muerto y maloliente, cargado con
las aguas fecales e industriales de Torrelavega sin depurar. Unos miles de
litros de gasóleo no le iban a hacer mucho más daño al Besaya, comentó el Consejero. Eso se llama lucidez.
Ayer, 18 de mayo, la prensa
regional de Cantabria se hacía eco de una manifestación de trabajadores de
SNIACE. Es una de las grandes industrias que, junto a Solvay y Textil
Santanderina, conforman el tejido socioeconómico de la ciudad. SNIACE se dedica
a fabricar celulosa y viscosa desde hace setenta años, con todos los problemas
de residuos y vertidos que se pueden imaginar. Ahora ha diversificado su
actividad, fabricando biofuel, gestionando bosques (¿) y generando
electricidad.
Los trabajadores de SNIACE ven
peligrar sus puestos de trabajo porque la empresa tiene 3,6 millones de euros
en números rojos. La culpa de semejante desastre no parece ser
achacable a una deficiente gestión corporativa, a falta de productividad de sus
trabajadores o al sabotaje perverso. La culpa la tienen, según dicen, esa manía del medio
ambiente, esos ecologistas “de mierda” y esa Directiva Marco de Aguas de la Unión
Europea empecinada en aplicar el principio “Quien contamina paga”.
El gran problema para la
supervivencia de SNIACE es, supuestamente, el Canon de Saneamiento que, obligado
por la Directiva Marco, ha impuesto el Gobierno de Cantabria a empresas y
particulares. Un canon en vigor desde el 1 de abril de 2010 cuyos ingresos deben
destinarse, íntegramente, a construir y mantener las infraestructuras de
depuración y saneamiento del agua usada. Dicen que el canon está “asfixiando” a
las empresas porque ya no pueden verter impunemente sus venenos al río que
cruza Torrelavega.
Un prócer socialista de
Cantabria opina que debería reducirse hasta en un 45% el canon de saneamiento a las empresas en crisis, como SNIACE, Solvay y Textil Santanderina. Es decir, dejar
a las depuradoras sin parte del necesario y costoso mantenimiento. Como las
depuradoras no se pueden detener, porque puede caer una multa europea astronómica,
sería el dinero público el que sustituiría la mermada aportación empresarial.
Dinero público que aumentaría la deuda del Estado y agravaría los problemas
económicos de España.
La propuesta tiene el hermoso sentido
común de las mentes más simples y adorables. Viniendo de un político
supuestamente de izquierdas resulta incongruente, ya que persigue financiar con
el dinero de todos la limpieza de la mierda generada por algunos empresarios que,
así, ganan más dinero. Todo ello con la excusa de mantener puestos de trabajo. ¿No les recuerda algo este argumento? ¿No les recuerda a China? ¿A Bangladesh quizás, con sus fábricas de muerte y miseria, incendiadas y derrumbadas? ¿No les recuerda a trabajadores de un euro al día, viviendo en calles como letrinas?
Si en China y Balgladesh se pasan el medio ambiente por el arco del triunfo y se están desarrollando a ritmos vertiginosos, en Torrelavega están haciendo el tonto y esto de ser civilizado va a ser un atraso y una pesadez.
Si en China y Balgladesh se pasan el medio ambiente por el arco del triunfo y se están desarrollando a ritmos vertiginosos, en Torrelavega están haciendo el tonto y esto de ser civilizado va a ser un atraso y una pesadez.
Leo en la prensa británica que
los “euroescépticos” patalean como cucarachas patas arriba dentro del
propio gobierno de M. David Cameron. Algunos de sus ministros opinan que la
Unión Europea es muy pesada con tantas normas y Directivas ambientales. Al fin
y al cabo, el imparable cambio climático nos va a empobrecer, encharcar,
ahogar, adelgazar, recalentar y congelar muchísimo más deprisa y con mucha más
eficacia que unos pocos vertidos tóxicos.
Los conservadores británicos
quieren salirse de Europa y olvidarse de tantas regulaciones y normas, para
afianzar el neoliberalismo y retomar la añorada senda del desarrollo sucio y
depredador. Eso se parece extraordinariamente a las propuestas para Torrelavega y su SNIACE. No más normas europeas. Al fin y al cabo, cuando la mierda, la inundación o el hielo nos
llegue hasta el cuello, los que mandan estarán por las Islas Caimán con un
daiquiri en la mano, bajo el cocotero y dirigiendo sus negocios contaminantes a prudente distancia con el WhatsApp.
Los gestores de SNIACE buscan
lo mismo, contando con la complicidad de algunos políticos regionales
deslumbrados por el crecimiento “a
cualquier precio” practicado por China.
Empieza a ser urgente el
quinto hermanamiento.
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