400 PARTES POR MILLÓN
¡Entramos en el
Plioceno!
Felices habitantes del Plioceno: una familia Australophitecus en plena sabana |
La novela “Parque Jurásico” fue la
original fantasía del escritor Michael Crichton retornando al pasado de los
dinosaurios. La confirmación (9 de mayo de 2013) de que en nuestra atmósfera
hemos alcanzado las 400 partes por millón (ppm) de CO2, de manera estable,
supera la imaginación de M. Crichton. Esto significa que, con audacia y
espíritu aventurero, la humanidad ha encaminado al planeta Tierra hasta un
nuevo y cálido Pleoceno o Plioceno.
Con este nombre, Plioceno, los
paleontólogos identifican la época que vivió nuestro planeta hace entre 5,6 y
3,6 millones de años. Aquélla fue la última vez en la que la atmósfera
registraba esas 400 ppm, según el análisis de burbujas de aire extraídas al hielo antártico
en Vostok (Dome C). En aquellos lejanos e interesantes tiempos no se había
formado el istmo de Panamá y las Américas del norte y del sur estaban separadas
por tumultuosos brazos de mar.
En el Plioceno, la India se había ya enganchado a Asia y las familias africanas de australopithecus no necesitaban una patera para cruzar desde Tánger a Tarifa porque no existía el estrecho de Gibraltar. Por toda Europa correteaban alegres jaurías de monos perseguidos por feroces "dientes de sable", mientras que en la Antártida empezaba
a amontonarse una barbaridad de hielo.
El observatorio de la NOAA en Hawai, el primero en dar la noticia |
La Tierra del Plioceno, con sus
400 ppm de CO2, salía muy lentamente del caliente Eoceno que había llenado los Polos de palmeras y tortugas
tropicales. Como decía, estamos en el buen camino para hacer de nuestro planeta
un balneario que nos permitirá pasear en taparrabos por Alaska. Lo estamos haciendo
tan rematadamente bien que trituramos las estadísticas del calentamiento global
y pulverizamos las previsiones más optimistas de la ciencia internacional. El
Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas se debe
estar frotando las manos.
En la primera semana de mayo de
2013, hace escasos días, la norteamericana NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), que es como la Agencia
Española de Meteorología (AEMET) pero a lo bestia, anunciaba que su
observatorio de Mauna Loa (Hawai) estaba ya a punto de registrar la buena
nueva. Las previstas 400 ppm de CO2 alborotaron a un grupo de científicos que
estudian el Ártico y pedían entrevistarse urgentemente con autoridades norteamericanas del
Departamento de Defensa (DoD - Pentágono), de la Casa Blanca y del Ministerio
de Interior (Homeland Security Department
– sección Climate Change Roadmap).
Para el verano de 2015, todos estos hielos que tanto estorban en el Océano Glacial Ártico pueden haber desaparecido |
Los expertos anunciaron la efeméride
con disimulado alborozo, afirmando ante las autoridades que en lugar de tener
que esperar hasta el año 2100 para que el Ártico se libre de los hielos en
verano, el magnífico acontecimiento podría adelantarse a 2015. Desde este
momento, las autoridades de USA han empezado a trabajar para garantizar que el
transporte, el suministro energético, las casas construidas en zonas costeras
inundables y el aporte de comida y agua potable a la población no se vean afectados
por nuestra entrada en el Plioceno. Además, se están cargando las pilas para
saquear a conciencia el Polo Norte y su vecindario, antes de que lo hagan
Noruega, Groenlandia, Rusia o Canadá.
Un previsor oso polar, que acaba de ver la Curva de Keeling, se entrena nadando en aguas del Ártico para cuando se quede sin hielo |
En España, el anuncio del
acelerón del cambio climático y la confirmación oficial de que vamos bien
encaminados, se ha celebrado con una reforma de la Ley de Costas. La iniciativa
legal procura que miles de ciudadanos aproximen sus casas a la costa un poquito
más. Así, la delicia de tirarse de cabeza al agua directamente desde el
saloncito será una realidad mucho antes de lo previsto.
Los promotores inmobiliarios y
arquitectos más espabilados empezarán pronto a publicitar bonitas casas con
trampolín en cada piso y amarre de embarcaciones en el portal. A los agoreros de siempre, los que dicen que
el mar se tragará las viviendas costeras, la reforma sugiere que el Estado
levantará hermosos diques para frenar el avance del mar, copiando a la moderna Holanda.
El
único problema es que, según parece, en el Plioceno el nivel del mar estaba 40
metros más alto que ahora.
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