CIUDADES INSOSTENIBLES
Una oportunidad
Hace menos de una semana (15 de
septiembre), el presidente de la
República Francesa insistía en su compromiso electoral de rehabilitar energéticamente
un mínimo de 600.000 viviendas anuales. Un plan que afectaría a unos cinco
millones de viviendas en todo el país. Con el aislamiento térmico de su parque
de edificios, Francia desea cubrir cuatro objetivos: aliviar la penuria energética
de millones de familias francesas que no pueden hacer frente a la factura de los
combustibles; reducir la potencia eléctrica instalada en la nación; reducir las
importaciones de combustibles fósiles; y disminuir un 25% las emisiones de CO2
generadas por la edificación (logement).
Las cifras de la Unión Europea (Eurostad)
son claras: el 41% de la demanda total de energía en el conjunto de los 27
estados miembros procede de la edificación. En Francia, ese porcentaje aumenta
al 43%, en tanto que en España se queda en un 22%, según datos del IDAE (1), o en
el 25% si opinan analistas en energía. Teniendo en cuenta las Directivas
comunitarias sobre eficiencia energética en la edificación (2) y añadiendo el
objetivo de recortar en el 20% las emisiones de CO2 antes de finales del año
2020, habría que remangarse y apretar.
Reparto del consumo de energía en Francia por sectores de actividad |
Tres países y tres casos
En Francia, la opción para
millones de edificios y residencias particulares es dotarlos de un alto nivel
de eficiencia energética, con el ideal de los 50 kWh de consumo por metro
cuadrado y año. Un objetivo ambicioso y que puede tener un coste de entre 15.000
y 20.000 euros por vivienda. La forma de pagar semejante revolución está por
definir, pero hay algunas pistas.
El Estado francés no desea involucrarse directamente repartiendo subvenciones, teniendo en cuenta los
problemas de deuda que atenazan a Francia. Tampoco quiere forzar a que los
ciudadanos particulares asuman las inversiones, ya sea con sus menguados ahorros
o hipotecándose ante los Bancos. Francia busca una tercera vía: encontrar un
“inversor” dispuesto a adelantar el dinero y luego recuperarlo gracias a los
ahorros energéticos logrados. Sistema complejo y audaz, porque quien
financiaría en la sombra sería la industria energética francesa. Es decir, la pública
(EDF - Electricité de France, con sus
plantas nucleares) y la privada (importadoras y refinadoras de crudo y gas), al
bajar facturación.
El reto frente a la crisis energética es acondicionar edificios como éstos para aumentar su eficiencia energética |
Alemania empezó mucho antes con
este necesario trabajo. Entre 2001 y 2005 se invirtieron 360 millones de euros
en el acondicionamiento energético de edificios, contando con los créditos
blandos de la banca pública KFW Bankengruppe
(Kreditanstalt für Wiederaufban –
Instituto de Crédito para la Reconstrucción) y con su programa de reducción
de emisiones de CO2. Entre 2006 y 2009, las inversiones llegaron a 1.000
millones de euros en créditos. Las cuantías son de entre 7.500 y 15.000 euros
por vivienda, según el objetivo de ahorro perseguido, con un máximo de 50.000
euros por propietario.
En el país germano, las casas
particulares ya no se clasifican y ofertan como “pareados”, “apartamentos”, “pisos”,
“adosados” o “chalets”. Lo que el comprador sopesa es si la vivienda es una Niedrigenergie
Haus, Null-Energie Haus o bien, maravilla de las maravillas, una “Passivhaus”
que permite vender el exceso de energía que ella misma genera.
Bloques de viviendas Lodenareal, en Innsbruck, certificadas como "Pasivas". Son viviendas que producen más energía de la que consumen y se permiten vender el excedente al exterior |
Por su parte, Bélgica dispone del
FRCE (Fondo de Reducción del Coste global de la Energía), que presta a
particulares a intereses que oscilan entre el 0% y el 2%. El ahorro perseguido
con las rehabilitaciones energéticas llega al 40% de la energía consumida por
las viviendas. El propio Estado belga ha adaptado 350 edificios públicos desde
2005, con un coste aproximado de 20 millones de euros que se espera amortizar
en 2016, gracias a las economías energéticas conseguidas.
El caso de España
Para empezar, el consumo
energético de la edificación española no llega a los niveles de otros países
europeos. De acuerdo con la institución Greenbuilding (3), nuestras viviendas
consumen el 40% menos de energía primaria que las del centro y norte europeo, a
causa de un clima benigno. No obstante, si la buena situación de partida se
basa en la menor demanda de calefacción, el calor del verano (atención al cambio climático) está disparando el
consumo en refrigeración. Si se cumplen los augurios, de ahora en adelante nuestros
edificios serán glotones en energía a causa del aire acondicionado. No
conviene, por tanto, alegrarse tontamente y bajar la guardia.
Revestimiento aislante para una vivienda antigua |
Para seguir, en noviembre de 2010
la Comisión Europea cursó aviso a España por el incorrecto cumplimiento de la
Directiva 2002/91/CE sobre eficiencia energética de los edificios. El aviso debió
caer en saco roto, porque en noviembre de 2011 la Comisión envió al Reino de
España ante la Corte de Justicia por seguir incumpliendo. Veremos en qué acaba
el conflicto, pero lo significativo es que pone de relieve una actitud (4).
En medio de ese escenario de desidia se
generaba la mayor burbuja inmobiliaria de nuestra reciente historia. Para
cualquier observador medianamente espabilado, las casas españolas (sobre todo
las más recientes) son tecnológicamente obsoletas. Promotores, arquitectos y
constructores han conseguido crear un desmesurado parque de casas con la I+D+i
de un sonajero. Los aislamientos térmicos y acústicos son perfectamente inadecuados
en el 60% de las viviendas españolas (5) y mínimos ramplones en el 40% restante. Ahí van unas cifras, para recordar durante décadas, y capaces de marear por absurdas.
Conformación de la burbuja en España. Fuente: Euroconstruct
Inicio de construcción de casas nuevas (en miles) por países
AÑO 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Alemania 254 236 248 211 218 222 238
España 524 636 687 730 690 650 585
Francia 303 314 363 410 430 405 390
Italia 238 263 269 262 253 249 235
Reino Unido 181 194 214 212 207 208 215
La mayoría de los 4,5 millones de casas construidas entre 2002 y 2008 son casas idiotas y carentes del
menor rastro de “domótica”, construidas de espaldas al clima y al entorno,
ignorantes del diseño urbano histórico, repletas de “puentes térmicos” y fugas
de calor, pensadas para gente que despilfarre electricidad, metano y
gasóleo, casas que se desmoronan y agrietan mientras afean los barrios urbanos y
los pueblos.
Atraso y codicia
Entre 1980 y 2008, hablar de
viviendas “bioclimáticas” y eficientes en España era propio de iluminados. Todavía
lo sigue siendo. Hace treinta años que el sector de la construcción europea
tomó la senda de la eficiencia energética y no esperó a que los políticos les
impusieran Normas Técnicas. Había un nicho de mercado interesante, de
compradores que buscaban viviendas diferentes, y crearon arriesgados productos
para ellos. Acertaron.
En poco tiempo, aparecieron
certificados que garantizaban determinadas prestaciones energéticas en las
casas: Minergie en Suiza, CasaClima en Italia, Low Energy Class1 en Dinamarca,
BBC Effinergie y HQE Cogedim en Francia, Minienergie en Suecia, Passivhaus en
Alemania,… Greenbuilding en el conjunto de la Unión Europea. La generalidad del
sector español ignoró este movimiento. Estaban en plena explosión. No había
tiempo ni ganas de hacer edificios y viviendas avanzados. Era época de ganar mucho
dinero y dar buenos pelotazos. En realidad, los ciudadanos no exigían calidad,
aunque luego se quejaban por escuchar en la cama las ventosidades del vecino, por la peste a
cloaca que salía por los desagües y por el coste imparable de la calefacción.
Algunos arquitectos y promotores, como seres excepcionales, nos sorprendían a veces con viviendas dignas y edificios
avanzados que salían en revistas especializadas. Pero la avalancha de
urbanizaciones y barriadas de nombres rimbombantes más parecían ratoneras y
montones de ladrillos puestos de cualquier manera.
En 2012, con el sector del
ladrillo postrado (“a terra”, como
decía un amigo italiano), la rehabilitación energética de millones de casas
españolas debería ser una obsesión malsana y enfermiza para los profesionales y
para los diversos gobiernos (central, regional, local). Tanto perorar sobre el
“imprescindible” motor económico del sector de la construcción y ahí los tienen
a todos ellos mirando embobados cómo al otro lado del Pirineo se ponen las
pilas y nos hacen una pedorreta.
(1) IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético – Ministerio de
Industria, Energía y Turismo)
(2)
Dir 2002/91/CE; Dir 2006/32/CE; Dir 2010/31/UE.
(4) Italia
acompaña a España en el incumplimiento
(5)
Datos
de Greenbuilding
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