OYAMBRE Y COCHAMBRE
“Santa Marina” echa el cierre
Emblema del Golf |
Dentro de cien años, la historia
del campo de golf “Santa Marina” podría servir para describir
la extravagante sociedad de la España de finales del siglo XX y principios del
XXI. Los personajes de la historia son de calidad: grandes empresarios y
profesionales de prestigio, gente de posición, artistas y políticos de alto
nivel. Todos ellos unidos por el amor al golf.
Hacia 1998, en el término
municipal de San Vicente de la Barquera alguien tuvo la feliz idea de
construir un complejo residencial y deportivo. El modelo del momento
era “urbanizaciónlujo.golf.chaletsocial.costa”. Un sistema, tipo “Luxury & Privative Ressort”, que
todo promotor inmobiliario de postín deseaba incorporar a su currículo. En el
caso de “Santa Marina”, el campo de golf (exigente y diseñado por uno de los grandes
profesionales de España), se unía a una urbanización envolvente y parcialmente ubicada sobre terrenos del Parque Natural de Oyambre y de las Rías
Occidentales. La belleza y armonía del entorno era absoluta. El éxito quedaba garantizado.
En el año 1999, el Gobierno Regional
de Cantabria, y su Comisión Regional de Urbanismo (CRU), dieron luz verde al Plan Especial de Oyambre y a las Normas
Subsidiaras de urbanismo para el municipio de San Vicente de la Barquera. De la
resolución derivó el Plan Parcial de Santa Marina, aprobado en 2001 por dicho ayuntamiento. Con el Plan se completaba el campo de 18 hoyos y podría empezar la construcción de 350
viviendas de ensueño y un gran hotel. Había dinero, España iba bien y la
cultura del “pelotazo” funcionaba como un reloj. En el año 2001 los viales urbanos
estaban proyectados, las farolas de diseño empezaban a erguirse y se completaban las
infraestructuras de las parcelas.
Hoyos en la zona alta del campo de golf |
Sin embargo, un sordo rumor de
fondo llevaba meses empañando la ilusión de los compradores. Al parecer, una
diminuta asociación local de defensores de la naturaleza (ARCA – 500 socios mal
contados) había presentado demanda ante los tribunales contra la peregrina y,
supuestamente, ilegal idea de levantar una urbanización en pleno Parque. La
inquietud asaltó a socios y clientes de Santa Marina. Pero los promotores calmaron los ánimos recurriendo a sus abundantes contactos políticos y
profesionales, argumentando el correcto proceder del Plan y su exacto ajuste a
Derecho.
Fue como un mazazo. El año 2001
terminó con el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC) anulando el
Plan Parcial que había dado luz verde a Santa Marina. Siguieron años frenéticos de alegaciones y recursos, noticias en los medios y duros
ataques a la pequeña asociación que había desencadenado la tormenta. En el 2003, las fuerzas vivas de Cantabria intentaron reconducir el asunto de Santa
Marina por las bravas: si el obstáculo era haber proyectado una urbanización sobre un espacio protegido, se podía modificar la Ley del Parque Natural de
Oyambre y mover algunos límites para que la urbanización quedara fuera de ellos. ¡Cómo
no se les podía haber ocurrido antes! Si la ley no permite algo, cambiemos
la ley.
No funcionó. El espacio protegido
era más que un Parque Natural Regional ya que formaba parte de la Red
Natura 2000 de la Unión Europea y de un LIC (Lugar de Interés Comunitario). En
2006, el Tribunal Supremo de España confirmaba la anterior sentencia del TSJC. Se estaba al final del camino. Entre tanto, el campo de golf y sus servicios de restauración funcionaban de
manera autónoma, esperando que la situación se resolviera de alguna forma.
Vinieron los años del “plomo”,
con las parcelas urbanizadas llenándose de zarzas y los promotores enfrentados,
culpándose los unos a los otros ante la desesperación de los sufridos
compradores de las parcelas. En 2010 se encendió una débil luz al adoptarse un
nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de San Vicente de la Barquera, y
al finalizarse el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) del Parque
Natural de Oyambre. Quizá era posible permutar las parcelas afectadas por otras situadas fuera de espacio natural protegido, aunque siempre cerca del campo de
golf.
Una de las calles del golf Santa Marina |
Sin embargo, la noticia del pasado 15 de diciembre, anunciando que el
campo de golf se cierra el 31 de diciembre próximo, supuestamente por quiebra y ahogado en
deudas, es un golpe definitivo. Sin las casas de la urbanización y el hotel, el campo de golf es insostenible y se arruina. Sin campo, el tamdem "urbanización – golf" se desmorona. No parece tener sentido levantar un hotel de cinco
estrellas y una urbanización en ese perdido valle si ambos no están rodeados de greens y alegrados por los banderines de los hoyos. Así culminan once
años de agonía y mucho dinero perdido.
Los lectores se preguntarán dónde
está el culpable de la idiotez. Pero son tantos los actores del drama que resulta
complicado centrar el tiro. El verdadero núcleo del problema estuvo en el Plan
Especial de Oyambre, aprobado por el Gobierno de Cantabria en 1999. Para
aprobarlo, los políticos y expertos (¿asesores?) del Gobierno Regional se basaron en la
Ley de Conservación de la Naturaleza de Cantabria. Una Ley que,
desgraciadamente y en el caso de Oyambre aún no había establecido el correspondiente Plan de Ordenación de Recursos Naturales
(PORN) y del que ni siquiera existía un proyecto. Una Ley que, a su vez, también
debería estar sometida a la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad del
Estado. No era así.
No hay que buscar a los
responsables entre los compradores, confiadas víctimas del sistema. Tampoco
entre los promotores, que solo querían ganarse un buen dinero. Hay que buscarlos en
la torpeza o la ignorancia de algunos políticos regionales del momento, incapaces
de redactar normas y leyes ajustadas a Derecho, que ofrecieran seguridad
jurídica y protegieran a los ciudadanos de sufrir casos tan lamentables. Pero, sobre todo, la causa última es el desprecio y la
dejadez con los que en España se abordan las políticas ambientales. Un desprecio que no termina de resolverse.
Desde luego, la menos culpable y
responsable de esta grandísima idiotez es la diminuta asociación que denunció
la chapuza, muy tempranamente, ante los tribunales. Por aquel entonces nadie se dignó escucharles, pero sí criticarles. Sin embargo, ese puñado de gente intenta evitar que vivamos en la barbarie, en la arbitrariedad, la inseguridad legal y la prepotencia, defendiendo el Estado
de Derecho para todos. La bonita Santa Marina no ha sido cerrada por
ARCA (Asociación para la defensa de los recursos naturales de Cantabria), sino
por las leyes, los jueces y los altos magistrados de la nación.
Enhorabuena por tu artículo. La cuestión es si con todo esto ha habido algún beneficiado. Todo parece indicar que no. Tampoco la ecología y protección del medio ambiente creo que hayan salido beneficiadas de todo esto; más bien al contrario.
ResponderEliminarSi no ha habido beneficiados, tiene que haber habido perjudicados. Pues bien, cada uno lo ha sido tanto más en función del dinero que perdió. ¿Cuanto perdiste tú?
¿Quienes han ganado y/o perdido en Santa Marina? No vale la pena entrar en pérdidas o ganancias económicas, chapuzas políticas o incompetencia administrativa. El claro ganador es el Estado de Derecho, ya que todo se puede resumir en un restablecimiento del Derecho transgredido, aunque siempre faltaría restaurar los terrenos urbanizados a su estado anterior. Yo he perdido mi capacidad de asombro ante la idiotez humana.
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