CHINA DEVASTADA
La historia paralizada
Trece mil cerdos, adultos y
lechones, flotando en el río Huangpu a su paso por la orgullosa Shanghai. El cuarenta
por ciento de los ríos chinos gravemente contaminados por 20.000 industrias
petroquímicas y textiles sin control. La Unión Europea y el FMI tratando de confiscar los
ahorros de los ciudadanos de Chipre. Miles de ciudadanos británicos muertos en
hospitales públicos por la desidia y los recortes en los presupuestos. En nuestra
España, jueces obligando a reabrir las Urgencias médicas de unos pueblos para proteger
la vida de los más débiles. Jueces exigiendo la reforma de la Ley Hipotecaria y
sus cien años de abusos. También en España, eliminación de ayudas para el
programa de transplantes, en lugar de eliminar asesores y políticos parásitos.
Las miserias económicas, sociales
y ambientales que hoy azotan el mundo no parecían tan evidentes hace treinta años. Pero
con la caída del muro de Berlín desaparecieron los antagonismos políticos en el
planeta. Decía el ideólogo preferido del Tea Party, mister Francis Fukuyama, en su libro “El fin de la
historia” (1992), que tras la desaparición del malvado comunismo solo imperaban en el
mundo el neoliberalismo y la economía de mercado. Dos ideas, dos doctrinas que,
en su opinión, representaban la forma más justa de organizar la política y la
forma más eficiente de organizar la economía. Justicia y eficiencia: el paraíso ¿Qué queda
del sueño de Fukuyama?
Quedan los hechos: la debacle
financiera por la estupidez del sistema, la rapiña, el saqueo y la corrupción, la injusticia
social, el desempleo y empobrecimiento de las poblaciones, la degradación
ambiental y el cambio climático. La supuesta eficiencia del neoliberalismo y de
los mercados se ha cimentado sobre una colección de mentiras repetidas, hasta
la náusea, a una población que los banqueros y políticos consideran imbécil.
En algo tienen razón: el sistema es extraordinariamente eficiente para los
bolsillos de directivos, grandes accionistas, corporaciones y políticos asociados en ese mecanismo bautizado como “la puerta giratoria”. Para la mayoría de las poblaciones
el neoliberalismo representa justamente lo contrario, ya que no
es otra cosa que el capitalismo más vulgar.
La pregonada eficiencia consiste en deslocalizar empresas hacia naciones pobres para aumentar los beneficios empresariales.
Detrás quedan fábricas y oficinas desmanteladas, el desempleo, la basura que
generaron y que ahora tenemos que limpiar porque, con su mágica eficiencia, el neoliberalismo ha “socializado” el problema de sus residuos y de su contaminación.
Las empresas que deciden quedarse en el país ponen la condición de reducir
empleos, con más horas de trabajo y por menos sueldo. Todo eficacia.
El neoliberalismo empresarial también escapa para
evitar las leyes ambientales de las sociedades democráticas y civilizadas. Porque no hay peor
enemigo para las normas ambientales que las empresas y sus políticos asociados.
Tan sólo contemplan con simpatía al medio ambiente si le encuentran utilidad para
lavarse la cara y atraer a los consumidores y votantes más ingenuos.
Los que deslocalizan,
una vez llegados a los países pobres prometen lo de siempre: somos el
crecimiento, la riqueza, la justicia y la máxima eficacia. Pero antes de instalarse exigen
desgravaciones fiscales y subvenciones. Exigen libertad para esparcir sus
desechos por el aire, los suelos y el agua, destruyendo el entorno del país y
agrediendo la salud de sus trabajadores. Exigen desregulación de normas
laborales para despidos y salarios miserables. Piden desregulación financiera para
manipular y desviar fondos a su antojo. Lo hicieron durante la época colonial y lo siguen
haciendo con el nuevo colonialismo practicado en China, India, Bangladesh o en
la misma España (Eurovegas).
Hace pocos años, cuando la
burbuja inmobiliaria parecía un lejano nubarrón en el horizonte, el informe anual
de la entonces mayor empresa inmobiliaria de España que cotizaba en Bolsa (hoy
en quiebra) se desnudaba. En la reflexión final sobre planes de futuro, la empresa se
quejaba de las “contrariedades ambientales” que encontraba en España, al no
poder construir por todas partes y de cualquier manera, sin cortapisas. Sugería eludir las reglas de la sociedad española
y europea, deslocalizando el negocio inmobiliario hacia naciones más permisivas,
como eran los países del Este que todavía no habían entrado en la Unión
Europea.
Cuanto más puro es el neoliberalismo
y más se recurre a los mecanismos de los mercados, más desigualdad se crea,
menos empleo se genera y de baja calidad, más basura y contaminación se produce, más beneficios ingresan los directivos ¿Hay solución? Posiblemente se puede regresar de la actual dominación neoliberal, pero no está en manos de los
políticos ni de los partidos tradicionales, ya que no existe un verdadero
antagonismo político. No existe "política" y los partidos están huecos. Si no hay posibilidad de hacer otras políticas e imaginar
otras formas de gobierno, solamente quedan los jueces, los consumidores y los
votantes.
Ayer, 19 de marzo de 2013, el
Telediario de una cadena nacional abría sus noticias con asuntos judiciales: el
proceso al ex - tesorero del Partido Popular, el proceso al yerno del Jefe del
Estado, el proceso al máximo responsable de un partido regional, el proceso a
políticos de la Junta de Andalucía y un ex-ministro socialista, el proceso al torero que mató a un
ciudadano por conducir supuestamente ebrio. La respuesta al neoliberalismo
depredador está en manos de los jueces.
¡La política está
“judicializada”! claman los políticos, exasperados ante esos tribunales que paralizan
sus proyectos destructores del medio ambiente, que bloquean su carrera como
ladrones o que detienen sus intentos de implantar normas abusivas contra los
ciudadanos. La respuesta neoliberal ante la Justicia es entorpecer el acceso a
la misma, implantando Tasas Judiciales que disuaden al ciudadano agredido. En caso
extremo, la respuesta es apartar de su puesto a jueces excesivamente combativos. En Italia llegaron a ponerles bombas.
La solución también está en el
consumidor y en su capacidad de elegir, despreciando los bienes y servicios
ofrecidos por las empresas y corporaciones que deslocalizan, contaminan, despiden trabajadores para ganar más y acogen a políticos cómplices en sus plantillas. Está en los grupos
ciudadanos que, como el movimiento italiano 5 Estrellas o el español 15 M,
buscan otras formas de hacer política y otra manera de proteger el medio
ambiente y los escasos recursos naturales.
El autobús va sin frenos y cuesta abajo. El conductor y el revisor están a punto de saltar en marcha, llevándose la recaudación.
El autobús va sin frenos y cuesta abajo. El conductor y el revisor están a punto de saltar en marcha, llevándose la recaudación.
Bravo, la mejor entrada de este blog. Imprescindible. Otra vez, bravo.
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