ECOLOGÍA Y SOCIEDAD
Las pulgas resisten
De adolescente, pasaba los veranos en Deba (Guipúzcoa)
con la familia y la panda de amigos. Las mañanas de sol, no muchas, nos
tumbábamos en la playa alejados de los toldos de los padres, para eludir su control, y alejados del límite de la pleamar, para evitar las pulgas. No piensen en las pulgas habituales, sino en los Copépodos
saltarines (Talitrus saltator) que viven en los arenales playeros. Las pulgas de
arena son inofensivas, blancas y brillantes. Las más grandes llegan al tamaño
de una alubia pequeña y sus caparazones articulados actúan
como resortes que se sueltan de golpe y las catapultan a un palmo de altura. Una
proeza para su tamaño.
Las pulgas de arena comen
detritos orgánicos y les encanta vivir debajo de los montoncillos de algas y palos que
deposita el mar en la orilla. Allí están frescas, tienen comida y escapan de
los pájaros. Si no hay algas, se entierran bajo la arena donde siempre hay humedad. Sus organismos son extremadamente delicados y sensibles
a la contaminación. En realidad, actúan como “indicadores” fiables de la salud de una
playa. Su brújula interna, astronómica, las hace huir siempre hacia el mar y raramente saltan en
dirección a tierra.
En Deba, removíamos la arena
con los pies y sacábamos a las pulgas de su sopor. Las chicas gritaban cuando
las sentían brincando sobre sus piernas. Con el paso de los años, las pulgas se
murieron por la contaminación que arrastraba el río, aguas fecales y productos químicos vertidos por las industrias de la cuenca del Deba. Luego, ya casado, mi
mujer me descubrió Comillas (Cantabria) y comprobé que su playa tenía pulgas.
No duraron mucho. A mediados
de los años noventa se contrataron máquinas de limpieza de playas y los
arenales sufrieron una sacudida. Los tractores y sus rejas de cribado aplastaban
y revolvían la arena hasta los 10 cm de profundidad, eliminando los
montoncillos de algas y alterando la delicada biología de la playa. Comillas creció y sus aguas
negras, sin depurar, contaminaron la arena. Los filtros de cigarrillos, cargados de nicotina concentrada que actuaba como fuerte tóxico, no ayudó. En el año 2000, la playa perdió la
bandera azul, pero hacía años que las pulgas habían desaparecido.
Tres kilómetros hacia el oeste, la salvaje playa de Oyambre mantenía una gran población de pulgas de arena. Luego, llegaron hasta allí las máquinas limpiadoras, las aguas contaminadas de la ría de La Rabia, de un par de campings y de varias estabulaciones de vacas (purines). Además, las algas de arribazón, el hábitat preferido por las pulguitas, son recogidas sistemáticamente por grandes tractores que negocian con la Oca (Gelidio).
Playa de Oyambre. Pequeños restos de algas y palos donde prosperan las pulgas de arena |
Tres kilómetros hacia el oeste, la salvaje playa de Oyambre mantenía una gran población de pulgas de arena. Luego, llegaron hasta allí las máquinas limpiadoras, las aguas contaminadas de la ría de La Rabia, de un par de campings y de varias estabulaciones de vacas (purines). Además, las algas de arribazón, el hábitat preferido por las pulguitas, son recogidas sistemáticamente por grandes tractores que negocian con la Oca (Gelidio).
Recogida de algas de arribazón en la playa de Oyambre. Mayo 2012 |
En el verano de 2011 descubrí algunas pulgas, pequeñas, en el extremo más occidental y virgen de la playa. El 2 de mayo de 2012 encontré media docena. Para salvar a las pulgas basta con mantener unos pocos metros de playa virgen, sin pasar por ellos las máquinas y dejando en paz unas pocas algas. Las playas norteñas sin pulgas son playas enfermas o moribundas.
Estoy en Tarifa y al ver la playa de Los Lances llena de pulgas he recordado con ilusion y pena hace años la playa de Berria con pulgas. Deberiamos intentar recuperarlas en las playas del norte.
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