LAS PENAS y ALEGRÍAS DEL MEDIO AMBIENTE, sus políticas y sus políticos.

jueves, 9 de mayo de 2013


CANDIDATURA  OLÍMPICA  MADRID 2020
Que vuelva la comisión evaluadora


El pasado 22 de marzo, con el artículo “Madrid maquillada” publicado en este blog manifestaba agradecimiento a la comisión evaluadora enviada por el Comité Olímpico Internacional a Madrid. Su visita fue precedida por una impactante campaña municipal de limpieza, camuflando a brochazos kilómetros de paneles cubiertos de pintadas a todo lo largo del recorrido de tan importantes personas.

Mes y medio después, el agradecimiento se transforma en súplica para que regresen desde Lausana, desde Ginebra o desde donde quieran cuanto antes. Resulta que los kilómetros de paneles cubiertos de pintadas han regresado y algunos vecinos de esta áspera capital europea rememoramos, nostálgicos, los días en los que creímos vivir en una urbe civilizada.


Nadia Khiari y su gato Willis
defienden el uso de la pintada política y social

Debería darse una vuelta por aquí para ver las nuestras.
 














Un buen amigo mío, sumamente respetuoso con la “expresión libre y espontánea” que la juventud traslada a los espacios públicos, armados de su espíritu de lucha, de rotuladores y de bombas de pintura, trataba de convencerme de mi gran error. Me hablaba de la reconocida dibujante de viñetas tunecina Nadia Khiari, surgida en la llamada “primavera árabe” con sus dibujos del gato Willis, y que también era gran defensora de la idea “Muros blancos, pueblo mudo”. Reconozco mi debilidad ante la tunecina, por su trabajo como dibujante y por un doble motivo: primero, porque es mujer en una nación repleta de islamo-fascistas de barbita que desprecian a las mujeres; segundo porque, preguntada por qué usaba un gatito como personaje, en lugar de un perrito, ella decía: porque no hay "gatos policías".

Así y todo, yo insistía a mi amigo opinando que la frase de Nadia era discutible. En las calles del viejo Sitges, preciosa villa costera del Mediterráneo al sur de Barcelona, descubrí hace más de treinta años unos carteles hechos con cerámicas. Debían llevar ahí más de un siglo y rezaban en catalán: No embruteu les parets. La netedat es una gran senyal de civilitzaciò  (No ensucien las paredes. La limpieza es una gran señal de civilización).... ¿En qué quedamos? 




Sin embargo, mi amigo me aseguró que eso de la limpieza era cosa del pasado. Su seguridad y la reflexión de Nadia Khiari me llevó ayer a recorrer los paneles acústicos que el ayuntamiento de Madrid había limpiado y que, ahora, estaban otra vez recubiertos de pintadas. Eran mensajes muy recientes, con la pintura aún fresca, lo que me ofrecía la oportunidad de escuchar el último grito del pueblo. Así que, apostado en la autopista M-12 que enlaza el aeropuerto de Madrid con el norte de la ciudad, me puse a leer los mensajes escritos: saics emcra anxoa (con calavera intercalada) naghos nani naoxanxoa bohes tapes slan sortys agusto noon skade…. Sentí un leve escalofrío.


Nuevos e insistentes mensajes sobre los paneles de la M-12

Era incapaz de entender el significado de los mensajes del pueblo joven. Debían estar redactados en un lenguaje hermético y solamente al alcance de iniciados. La presencia de la calavera en una de las palabras era de lo más inquietante. Llegué a pensar que la juventud española, con el 57% en paro y el futuro más negro que el sobaco de un gorila, estaba cayendo en el satanismo esotérico.

Anoche llamé a mi amigo para transmitirle mis angustias y enviarle por e-mail las fotos de los estremecedores textos. Él intentó tranquilizarme porque, en su opinión, aquello no eran más que inocentes firmas. ¿Firmas? De ser así, escribirían vanesa paco perico noelia luisete antoñete juanra merche…. Como no es el caso, la situación de nuestra sociedad es delicada. A la sensación de estar siendo gobernados por gente inferior (como aseguran los derechistas “libertarios” británicos del partido Ukip), se suma la sospecha de que seremos reemplazados en esta sociedad por seres que pintan palabras sin sentido por las paredes de la ciudad. 

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