PESCA SOSTENIBLE
El dilema del Bonito del Norte
A mediados del mes de junio, los muelles pesqueros de Burela (Lugo), Gijón y Avilés (Asturias) recibían a siete embarcaciones con las bodegas cargadas de unos 44.500 kilogramos de Thunnus alalunga (Bonito del Norte – Atún blanco). La llamada “costera del bonito” de 2012 acababa de empezar y esos peces eran la primera gran remesa de un recurso marino muy tradicional en toda la costa norte española. Sin embargo, los precios de venta en Lonja de ese día (primera venta) no hicieron felices a los pescadores, ya que apenas llegaron a los 6,70 € por kilo. En otros años, los primeros Bonitos de la costera podían rozar hasta los 60,- € el kilogramo.
A juicio de armadores,
patrones y marineros, tan bajos precios no compensaban los brutales costes del
combustible, ya que habían estado faenando en aguas a más de mil kilómetros al
oeste de A Coruña, en pleno Océano Atlántico y con muy malos tiempos. Además,
argumentaban que sus capturas eran ejemplares “grandes”, de hasta 7 kilogramos
de peso, con buena aceptación en los mercados. Según la escala biológica de la
especie, tal peso se correspondería con individuos de longitudes comprendidas
entre los 25 y los 30 cm, y una edad aproximada de entre 1,5 y 2 años.
Desde hace trescientos años,
la anual costera del Bonito (julio, agosto, septiembre) ha sido un recurso
económico de singular importancia para las poblaciones costeras del Mar
Cantábrico. Esta especie migratoria, se interna en el golfo de Vizcaya a
comienzos del verano, procedente del Mar de los Sargazos y de áreas del
Atlántico Central. Los bancos se mueven impulsados por el hambre (en el golfo
de Vizcaya solían encontrar abundante anchoa, caballa, jurel y sardina),
guiándose por la temperatura del agua. Siempre se trata de una migración de peces
juveniles e inmaduros, cuyos protagonistas son ejemplares de edad inferior a
los cinco años y con menos de 45 - 60 cm de longitud. Una vez alcanzada la
madurez sexual, los Bonitos dejan de visitar el golfo de Vizcaya.
Si los bancos de Bonito acuden
voluntariamente al golfo de Vizcaya ¿Qué hacen los pescadores a mil kilómetros
de A Coruña? Sencillamente, los habitualmente bajos costes del gasóleo
impulsaron a los pescadores a “salir al encuentro” de la migración, colocándose
las “flotas boniteras” al acecho de la migración, cerca de las Islas Azores. De
esta forma, el Bonito llegaba antes a los mercados. Los armadores con mayores
recursos tecnológicos y económicos sacaban ventaja respecto de los pescadores
artesanales y sus reducidos medios, que tenían que aguardar al mes de agosto
para tener los peces a su alcance.
La pesquería, tradicional en
sus inicios y progresivamente industrializada, sustento de una cultura
gastronómica y artesanal, pasa por momentos de incertidumbre. Por un lado, los
Bonitos tienen crecientes dificultades en encontrar los recursos alimenticios
que justifican su largo viaje, ya que la anchoa del Cantábrico tiene problemas de
“stocks” y la competencia del ser humano por los pequeños peces pelágicos
(“peces forraje”) está dejando sin suficiente comida a especies depredadoras,
como el Bonito del Norte. A este fenómeno, no bien comprendido y estudiado, se
suman el adelanto de la pesquería, con la interceptación del flujo migratorio y
sus ignoradas consecuencias, los efectos del cambio climático en el océano, con
eventuales variaciones en las temperaturas del agua, y con el acoso pesquero
que la especie Thunnus alalunga
soporta a lo largo y ancho del Atlántico.
Los mercados no responden
La situación resulta
preocupante si se observan las últimas estadísticas pesqueras de las costeras
cantábricas. Si en los años 1960 – 1962 se batieron récords de capturas,
llegando a las 65.000 toneladas, en 2006 se había descendido hasta 27.000
toneladas y se quedaban en 12.000 al finalizar la costera de 2009. Es lícito
argumentar que Demanda estable y oferta
en reducción se traduce con precios en aumento. Pues no es así. En 2001 se
pagó una media de 3,98 €/kg., mientras que en 2010 la cifra se quedó en 3,66
€/kg. Teniendo en cuenta la elevación del precio del gasóleo experimentada
entre 2000 y 2010, se comprende el paulatino empobrecimiento de los pescadores
dedicados a la actividad.
Pintura de Darío de Regollos. Salida al amanecer de la flota de chalupas boniteras desde el puerto de Ondárroa. La marca en la vela servía para identificarse en la distancia. |
Los bajos precios que padece una especie tan prestigiada y con tantas cualidades tienen numerosas
causas. No es pequeña la relativa a los sobrecostes comerciales, capaces de
duplicar los precios de primera venta al consumidor. El estudio realizado en
2009 sobre la estructura de formación de los precios del Bonito del Norte (Tragsatec
– Deloitte), estimó que un precio en Lonja de 4,180 €/Kg de Bonito fresco se
transformaba en 10,92 €/Kg sobre los expositores de venta al público.
La cultura alimenticia y
gastronómica del consumidor tiene, igualmente, un fuerte impacto en el declive.
Delante de un mostrador con Bonito del Norte, a 10,- € , exhibido al lado especies
importadas, como la blanca merluza de Namibia, a 6,50 €, y filetes de asiática Panga, a 4,- € y sin espinas, la elección no es difícil. Rebozar y freír merluza o
Panga no tiene secretos para nadie, mientras que preparar un Bonito
encebollado, con tomate o en Marmita, requiere un pequeño esfuerzo y una forma de vivir
la alimentación que se está perdiendo en las nuevas generaciones de
consumidores.
Los crecientes costes, los
bajos rendimientos y la pérdida de mercado también tropiezan con esas noticias
que alertan sobre posible acumulación de metales pesados y tóxicos persistentes
en grandes peces viajeros, entre los que se encuentran los túnidos. Aunque ésta
es una pesquería de juveniles, sin tiempo ni oportunidad para acumular en sus
organismos el mercurio y cualquier otra substancia, el público se queda con una
idea general que afecta a todos los túnidos, sin distinguir entre la gran
variedad de especies afectadas.
No trasladar los costes
energéticos y ambientales al precio final de los productos acuícolas importados,
sin tener en cuenta lo que representa en consumos de combustible para el
transporte desde largas distancias, unido a consentir miserables salarios en
países lejanos y chapuzas en la producción artificial de ciertas especies, como
la Panga, destruyen los mercados de nuestros maravillosos productos locales. El Bonito del
Norte está siendo acosado desde demasiados frentes. Pero éstos no son todos los
achaques de la pesquería.
El peor de los escenarios
La reforma de la Política
Pesquera Común (PPC) insiste, entre sus numerosas propuestas, en la necesidad
de ir acabando con las pesquerías de peces inmaduros y gestionarlas de forma
que los ejemplares objetivo siempre hayan tenido oportunidades de reproducirse,
antes de ser capturados. Pone como ejemplo a los bacalaos del Báltico y del Mar
del Norte, o las angulas, pero nada dice del inmaduro Bonito del Norte atrapado en las
costeras. Teniendo en cuenta que un Thunnus
alalunga adulto puede llegar a medir 1,40 metros y pesar 40 Kg, el hecho de
desembarcar ejemplares de 30 cm y 7 Kg
de peso invita, como mínimo, a la reflexión.
Bonitos del Norte en la Lonja de Burela (Lugo). La etiqueta verde sujeta a las colas indica una pesquería responsable, donde cada pez es atrapado con anzuelo, uno por uno |
En caso de aplicar
estrictamente los postulados de la prevista reforma (en vigor desde 2013), las
costeras del Bonito del Norte deberían suspenderse de forma automática y
permanente. Lo importante es saber hasta dónde llegarían las autoridades comunitarias
en el contencioso de los ejemplares inmaduros, sin tener en cuenta el impacto
cultural, social y económico de una eventual puesta en cuestión de determinadas
pesquerías. Si el Bonito del Norte ha alimentado sin problemas esta pesquería artesanal durante tres siglos, puede seguir haciéndolo otros tantos. Solo necesitamos buena gestión y el sistema de pesca, el anzuelo, usado en España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario