CAMBIO CLIMÁTICO - Doha
Al Rocío en barca
Puede que, al final, la actual Conferencia de Doha solamente sirva como fuente de informaciones que, en otras circunstancias, pasarían desapercibidas. Hace un par
de días fueron las ingentes emisiones de CO2 que nos promete el deshielo del
“permafrost”. Hoy, nos aseguran que el IPCC se ha quedado corto en sus
previsiones de elevación del nivel medio del mar. Para equilibrar el asunto, y
también aprovechando Doha, otros grupos científicos debería darnos noticias que
rebajen la gravedad de las amenazas o que aporten soluciones eficaces. Si no
aparecen será porque no existen o porque las ocultan. Eso asusta bastante.
Lo del nivel del mar procede de
varios estudios recién publicados. Uno de ellos ha sido elaborado por tres organizaciones: el Potsdam Institut für Klimafolgenforschung
(PIK - Alemania), el Laboratorio de Estudios en Geofísica y Oceanografía
Espaciales (LEGOS – Francia) y el Tempo
Analytics (Estados Unidos). Bajo la dirección de Stephan Rahmsford (PIK), el
informe estima que la subida del nivel del mar es un 60% más rápida de lo
indicado por el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático – ONU). En
lugar de 2 mm de subida al año, estamos en 3,2 mm.
El instituto de Potsdam (PIK) investiga los impactos del cambio climático y la forma de hacerles frente. |
Llegan a esta conclusión tras
comparar las proyecciones elaboradas por el IPCC y datos reales tomados
por satélite entre los años 1990 – 2011. Para el Dr. Rahmsford, una subida de 2
metros es inevitable y la humanidad debe prepararse para subidas superiores.
Otro estudio, esta vez sobre la pérdida de masa de hielo, se publica hoy en la revista
Science. Al parecer, en los últimos
20 años el hielo ya derretido es responsable de la subida de 11 mm del
nivel medio del mar.
No parece que queden alternativas. El momento en que sufriremos las consecuencias de la subida depende
de muchos factores, como es la aceleración de la pérdida de hielo en
el Ártico (Groenlandia), el nivel de las emisiones de gases o las políticas que puedan
implantarse para frenar el calentamiento global. Lo que realmente se necesita
es un margen de tiempo suficiente para tomar medidas mitigadoras
(planificación territorial, evacuaciones, elevación de infraestructuras,
instalación de diques,…)
Áreas de inundación en el norte de Europa con una subida media de 1 metro |
Para España, pensar que un par de
metros de subida del nivel del mar es asumible no resulta inteligente. Una interesante
aplicación de Google (1) nos muestra diversos escenarios de subida, metro a
metro, indicando las áreas inundables a escala mundial. Si recorremos las
costas españolas con esta aplicación, aparecen algunas desagradables sorpresas. Cantabria se
queda sin los humedales de Santoña, sin el aeropuerto de Parayas, sin el Puntal
y sin las playas del Sardinero, con las aguas de la bahía santanderina invadiendo
las calles de El Astillero y de Muriedas.
Gernica (Vizcaya) será puerto de
mar y Bilbao tendrá que sobreelevar sus muelles un par de metros. Sevilla tendrá playa (con sus chiringuitos), porque todo Doñana se quedará bajo
las aguas, y la ciudad de Huelva será una península para no envidiar a Cádiz. La aguas de la Bahía de Cádiz inundarán San Fernando y Chiclana, lamiendo las afueras de Jerez. En Valencia, la autopista V-31 discurrirá al borde del Mediterráneo
y la autopista V-21 desaparecerá entre Alboraya y la Pobla de Farnalls. El Grao
de Castellón se convierte en una isla, el Delta del Ebro se esfuma y las olas
romperán contra las casas de Amposta. Todo el Prat del Llobregat, incluido el
aeropuerto barcelonés, se sumergirá si no se instalan polders y bombas de
achique, como en Holanda. Todo un programa de festejos.
Sinceramente, el problema desborda la
capacidad de muchos de nuestros políticos y dirigentes. En 1959, durante la crisis de
Argelia, el filósofo y sociólogo francés Raymond Aron escribía: “Cuando los hombres no eligen, los
acontecimientos eligen por ellos”. La crisis climática, energética y alimentaria
se nos viene encima en plena crisis social y política. Un buen numero de
países, entre los que se encuentra España, soportan una clase política decadente
(decía un magistrado), en ocasiones inepta (escándalo del Madrid Arena) y demasiado corrupta (el
penúltimo caso está en Sabadell). Cuando los problemas de una sociedad son
menores, una clase política mediocre puede hacerles frente. Pero si los
problemas son grandes, los mediocres no nos sirven.
Raymond Aron también señalaba: “A la larga, un país no puede obedecer a quienes
desprecia”
(1)Flood Maps, en
www.flood.firetree.net.
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